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¿Y si tuviéramos energía barata? ¡Perdón! Olvidé que estábamos en México

La Reforma energética ha traído muchos dolores de cabeza, muchos problemas y en general muchos ajustes a todos y cada uno de los mexicanos. Y vendrán más conflictos conforme avance el tiempo y seguramente más notaremos los resultados de ella no tanto en beneficios al consumidor en precio o calidad a partir de la participación del sector privado o bien a partir de la aceptación de empresas extranjeras al mercado mexicano sino en efectos negativos para el consumidor final, en otras palabras, todos nosotros.

En México tenemos una de las 3 energías más caras del mundo de la lista de países en desarrollo y desarrollados. Se  sabe que nuestra gasolina no podría ni siquiera entrar a competir en mercados internacionales y, peor, aunque seamos un gran productor de petróleo, tener todo el sol del mundo, tener gran abasto de energía geotérmica y otras grandes fuentes de energía, seguimos pagando un altísimo precio por nuestra energía. Y la pagamos por varios lados: desde nuestros bolsillos y en forma de subsidios a las grandes empresas del sector. Y podrá haber Reforma energética o no, pero el consumidor sigue pagando un precio alto y sin posibilidad de recibir mejores servicios. Y por ello se encuentra entre la espada y la pared o entre azul y buenas noches.

Por un lado, el consumidor común se encuentra con las promesas vacías de los gobernantes pero del otro lado, se enfrenta a productos caros o bien de mala calidad. ¡Y cómo no estar de lado del consumidor de a pie si todos somos él! Seguramente el camino de la Reforma energética no es el adecuado pero lo que sí es cierto es que el camino de los grandes monopolios tampoco lo es ni lo era. Se ha luchado contra los monopolios desde que se tiene conciencia económica de los pueblos precisamente por lo conflictivos que son. Y lo que sí fue evidente es que la Reforma energética ha roto finalmente un monopolio que tenía al consumidor a la mitad de todo y sin saber de dónde venías los golpes. Se rompe el monopolio de PEMEX, el de CFE y habrá más en caer. Quizá el camino no era la apertura total al sector privado extranjero en la búsqueda de la ruptura de las viejas prácticas monopólicas sino hubiera sido más eficiente una forma diferente, tal vez más a nivel nacional. Sin embargo, lo que es claro es ver que nada bueno sale de prácticas monopólicas, sean estas nacionales o del sector privado. La historia lo ha hecho evidente. Si erróneo es el camino de la Reforma energética, por lo menos una consecuencia benéfica tiene: no más monopolios estatales anacrónicos. Y eso es muy positivo. Bueno, por lo menos esa es la promesa de ahora. Espero que no caiga esta promesa en la categoría más común en la política mexicana  de: «a ver si esta sí se cumple pero sé muy en el fondo que no sucederá».