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Adiós escuelas de tiempo completo

La semana pasada la titular de la Secretaría de Educación Pública, Delfina Gómez Álvarez, confirmó la eliminación del Programa Escuelas de Tiempo Completo (PETC). De forma inmediata la noticia me situó en la experiencia profesional y de vida que me dejó el caminar por los salones, patios y pasillos de 60 instituciones educativas incorporadas al PECT. Entrevisté y conversé con poco más de 120 maestros que se desempeñaban frente a grupo y/o fungían como directivos.

 

Cómo justificar la desaparición de las escuelas de tiempo completo incluso cuando organismos internacionales como la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), reconocieron que la operación de dichas escuelas en México mejoró el aprendizaje y la calidad educativa.

 

En el año 2015 visité escuelas de tiempo completo en los estados de Morelos, Tlaxcala, Michoacán, Nayarit, Nuevo León y Quintana Roo. Recuerdo que en Monterrey visité una primaria ejemplar en la cual docentes y estudiantes mostraban su compromiso y calidad educativa en concursos de conocimiento a nivel local. En Quintana Roo estuve en una escuela indígena bilingüe que tomó impulso gracias a la participación de los maestros y de los padres de familia, quienes habían bien recibido las bondades de ampliar la jornada de estudio, dotando a la escuela de un comedor y de más horas de clase dedicadas a materias como matemáticas y español.

 

En Nayarit visité una primaria rural multigrado en la cual el maestro -y a la vez director- enseñaba a sus alumnos con enorme compromiso en un ambiente permeado de pobreza, sin embargo, la pequeña escuela –que consistía en un salón de clases y una cancha- era un espacio digno con butacas cómodas donde los alumnos trabajan con alegría. En la costa de Michoacán estuve en una escuela rural que sufría de las consecuencias del narcotráfico en la localidad. Pese a las acciones de docentes y directivos por llevar a buen puerto el PECT, el clima de delincuencia había permeado el entorno familiar de los alumnos, así como la sana convivencia dentro del salón de clases. Otra caso de gran aprendizaje fue la visita a la llamada “escuela de migrantes” en el estado de Morelos. La comunidad estudiantil estaba conformada por niños provenientes del estado de Guerrero que habían llegado con sus familias a trabajar en el campo. Cabe mencionar que dicha escuela no se regía por el calendario escolar de la SEP, sino por el calendario agrícola, iniciando clases de acuerdo con las actividades del campo.

 

En el transcurso de cinco semanas apenas asimilé aquella experiencia que habría de modificar por siempre el concepto que tenía de la educación pública en nuestro país, así como de los profesores y su importante labor en contextos adversos. El pisar cada una de estas escuelas, observar a los niños sentados en sus bancas escuchando la clase o jugando en los patios, detonaron diversas interrogantes filosóficas en mí, a tal grado que dediqué mi tesis de licenciatura al tema educativo.

 

La noticia de que 25 mil 134 planteles de educación básica en el país han dejado de ser beneficiados por el PECT impacta en la vida cotidiana de 3.6 millones de niños y adolescentes que alguna vez tuvieron en su escuela un comedor donde recibían un alimento. Juan Alfonso Mejía, experto en educación, asegura que cuatro de cada diez niños beneficiados por el programa, el único alimento que ingerían al día era el que recibían en la escuela.

 

De forma intempestiva, el día 28 de febrero de 2022 se publicaron en el Diario Oficial de la Federación las reglas de operación del Programa La Escuela es Nuestra (LEEN). De acuerdo con el sitio oficial del Gobierno de México, el citado programa tiene como fin mejorar y dignificar las condiciones físicas de la infraestructura escolar y su equipamiento. Todo esfuerzo en materia educativa es loable, pero ¿por qué desechar un programa como lo fue el PECT?

 

La eliminación del PECT impacta en la esfera económica, social y familiar de cada uno de esos padres y madres que vieron en las escuelas de jornada ampliada una posibilidad para mantener a sus hijos en un espacio seguro, pero más importante aún, de un espacios de progreso y movilidad social. Adiós escuelas de tiempo completo.

 

Escrito por Linda Yáñez, investigadora y creyente de la educación.