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Cuando decidí dejarte

Me sentía entre perdida y extasiada. Me sentaba en algún parque sin razón aparente, tan solo para preguntarme qué era lo que realmente quería en mi vida. Me dediqué a recorrer la ciudad visitando cines, museos, restaurantes, pero sobre todo, disfruté viendo los atardeceres. Corría religiosamente todas las mañanas, no hacia un lugar en específico sino para alejarme de todo lo que algún día fui, de todo eso que me permití dejar atrás . Como dice Benedetti, “…cuando camino contra el viento parece que me borra cosas. Quiero decir: cosas que quiero borrar”; regresaba a casa más tranquila, más segura, y sin ánimos de regresar a sus brazos, esos brazos que tantas noches te amenazan con atraparte de nuevo: los brazos del miedo.

 

Ese miedo seco, cegador, que se transforma a veces en las manos que estrangulan a alguna mujer que vive violencia, otras, en un trabajo que la va apagando, que mata sus pasiones, y otras tantas, en la rutina de ser sobajada y humillada que la hunde en depresión. El miedo de ser ella misma, autónoma y de vivir en toda la expresión de la palabra.

 

Porque cuando las mujeres dejan el miedo a un lado, cuando ya no permiten que las detenga, se hacen responsables de sí mismas. Se vuelven valientes y se hacen capaces de fomentar un cambio para todos. Empiezan a tomar su papel en la historia y no se dejan minimizar como siempre, como antes. Una sociedad equitativa quizá suene hipotético e inalcanzable, pero si asumimos cada una nuestro rol protagónico, justo donde estamos ahora, poco a poco se convertirá en realidad.

 

¿Piensas quedarte atrapada en los brazos del miedo?

#SeamosLuzDelMundo

Cynthia Aguilar

Formadora en Inteligencia Emocional y empoderamiento