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Cultura de paz y Responsabilidad Social | Shikoba

Hoy día prácticamente nadie considera que la responsabilidad social sea un enfoque netamente asistencial. Desde hace más de una década, el desarrollo de la llamada RS abarca un amplio espectro que también se refiere al involucramiento de la sociedad como protagonista y no sólo como receptora de beneficios, poniendo por tanto sobre la mesa, asuntos tales como la participación ciudadana, la transparencia y rendición de cuentas, la revisión de políticas públicas y la construcción de paz, por citar algunos ejemplos.

 

La participación activa de las personas en los procesos de transformación es indispensable para que la implementación de soluciones posea un impacto social considerable. En este año de participación con Resiliente Magazine, el propósito, la inteligencia emocional, y la responsabilidad personal, han sido algunos de los temas de nuestros aportes, en lo personal considero que la dimensión de la persona como individuo, es la base fundamental para que la dimensión social tenga reales avances, no del individuo aislado y egoísta, sino el individuo que se construye persona y desde su empatía participa y actúa en su entorno. Como consultora y acompañante de emprendedores, principalmente del área cultural, he tenido la oportunidad de observar que las habilidades y fortalezas personales son la palanca de avance para la implementación de las soluciones que los emprendedores desean aportar.

 

Tanto en emprendimiento social como en responsabilidad social el concepto de ecosistema posee gran importancia, el ecosistema se refiere a un sistema cuyos elementos generan el ambiente propicio para el crecimiento (en biología se refiere a los organismos, en términos sociales, a los agentes de cambio). Es en este punto que pongo en acento en términos de la importancia de integrar en el ámbito de la responsabilidad social el tema de educación, cultura y construcción de paz.

 

Un ecosistema de crecimiento real y acelerado como muchas star ups, incubadoras y demás instituciones esperan, no puede generarse en espacios de conflicto.  El Índice de Paz en México 2020, es un estudio realizado por Institute for Econimics & Peace, en que se concentran diferentes indicadores de paz, así como hallazgos significativos en torno al tema; por citar un ejemplo, dicho estudio revela que, “el impacto económico de la violencia fue casi ocho veces mayor que la inversión pública en salud y superó en más de seis veces a la inversión en educación en 2019”.

 

Otro de los hallazgos refiere, “Un descenso de 1% en el impacto económico de la violencia representaría un monto similar a la inversión del gobierno federal en ciencia, tecnología e innovación en 2019”, un dato más de los muchos que se encuentran en este estudio indica por ejemplo que, “el impacto económico de la violencia, a nivel nacional, fue de 36,129 pesos por persona. Cerca de cinco veces el salario mensual promedio de un trabajador mexicano”.

 

Estos datos pueden muy bien darnos una idea de la gran necesidad que tiene nuestro país de que se invierta en intervenciones para la educación y construcción de una cultura de paz. No es un tema trivial, la paz no se refiere exclusivamente a ausencia de guerra, se refiere también a la manera más oportuna de entender y lidiar con el conflicto, es decir, temas como la gestión de las emociones, la importancia del trabajo en equipo y la negociación, el equilibrio entre cooperación y competitividad, son ya indispensables en el buen funcionamiento de las organizaciones, en breve veremos aparecer este tema dentro del listado de buenas prácticas, la paz es el camino, el horizonte, la práctica y la construcción conjunta del día a día, en el mundo, en las organizaciones y también en el mundo interno de los individuos.

 

Escrito por Nubia Martínez

Directora Shikoba AC