No supe de su existencia hasta el 2015, cuando por simple coincidencia vi un documental acerca de los de su especie. En mi infancia había visto a una de esas creaturas maravillosas en carne propia en un famoso parque de diversiones en la Ciudad de México. Naturalmente con la fascinación propia de la niñez quedé sorprendida y maravillada pero jamás alcancé a dimensionar la triste vida que ese animal y otros de su especie llevaban.
Su nombre era Tilikum, y fue gracias al documental llamado Blackfish que no solo lo conocí sino que por hora y media me adentré en el mundo de las orcas. Sentí una tristeza inmensa al saber de las vidas miserables que las orcas en cautiverio tenían. Todo con el propósito de entretenimiento humano. Aprendí que las orcas son animales extremadamente inteligentes y con una capacidad de desarrollar relaciones sentimentales estrechas con los de su especie. Oír el canto triste que las madres orcas cantan al ser obligadas a separarse de sus críos me conmovió más de lo que pude haber contemplado. Quedé impactada con el documental y lo recomendé a quién se me cruzaba en el camino, pues el mensaje de Blackfish se quedó y aún sigue conmigo. Estoy consciente de que el caso de animales en cautiverio no es exclusivo de las orcas sino de muchas más especies y en muchos de los casos esos actos son con el simple objetivo de hacernos pasar un buen rato. Y por ello me alegra que cada vez nos concienticemos más como sociedad y nos manifestemos por la libertad de estos y otros animales. Ejemplo de esto es el hecho de que en Marzo del 2016 el parque acuático SeaWorld declaró que las orcas que actualmente vivían en el parque serían la última generación de orcas en cautiverio.
Tilikum, nacido hace 36 años en las aguas de Islandia, falleció el viernes 6 de Enero en ese parque acuático. La causa de la muerte fue una infección en sus pulmones. Al escuchar la noticia una cierta tristeza me invadió por unos instantes sabiendo que solo en la muerte aquella orca encontró la libertad que se le había arrebatado. Lo único que queda es el consuelo de saber que no habrá más orcas a las que se les despoje de su libertad a causa de nuestra diversión.
Escrito por Susana