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Desde Borregolandia, viajero

Al tiempo de caminar por la vida, me encontré en un congreso de educación auspiciado por una de las famosas universidades privadas del país; referente obligado de la llamada cultura emprendedora con sentido humano. Los colegas Borregos –ellos mismos denominan así a su equipo de futbol americano- son famosos por su emprendedurismo, por su visión en los negocios y por su constante innovación en lo que a educación se refiere. Incluso el modelo de abrir franquicias en distintas ciudades con el fin de atraer a los hijos de la burguesía local ha generado un enorme crecimiento y difusión de ese espíritu emprendedor…y es que casi siempre es fácil ser un ejemplo de joven emprendedor cuando el papá es un empresario local de altos vuelos.

El congreso trató de innovación educativa: educación sin necesidad de que los alumnos asistan a la escuela, recibir clases de profesores a miles de kilómetros de distancia, incluso tener como profesor el holograma de algún experto remoto, y ¿por qué no? Incluso repensar los espacios arquitectónicos de las aulas, las escuelas y los campi. En pocas palabras, hacer la educación más dependiente de internet y de las tecnologías de la información (TIC´s). Es complicado resumir la serie de impresiones que recibí y que me generó el ver a tantos expertos educativos hablar sobre el negocio, qué digo negocio, el NEGOCIAZO de la educación superior. Para esta institución el alumno que no posea gadgets que le permitan comunicarse online debe de ser algo parecido a un autista, un idiota incapaz de aprender por sus limitantes tecnocognitivas. ¡Señores, la educación va más allá del aula virtual y curiosidades tecnológicas! Preguntémosle a los médicos cubanos cómo llegaron a ser tan buenos sin simuladores de emergencias médicas. Preguntémosle a los genios de la física y del ajedrez de países de la ex unión soviética cómo fueron capaces de sus logros sin una conexión wi-fi en su universidad. Pregunten a Helen Keller como se volvió un referente en las letras sin siquiera poder oir ni ver; y bueno como profundo admirador de los griegos, les recuerdo que Euclides desarrolló y enseñó su geometría sin ningún pizarrón electrónico usando un humilde gnomon –forma elegante de decir vara de madera- y que el gran Platón enseñaba usando la arena del piso y una vara como pizarrón y gis respectivamente.

La innovación del negocio de la educación va viento en popa. El espíritu emprendedor es un hermoso eufemismo para quitar lo humano del espíritu. El pretexto de una educación de alcurnia es buen pitch para convencer al inversor, digo, al padre del educando. “El hombre nace cuando nace el ciudadano” decía Aristóteles; “Los hombre han nacido unos para los otros, edúcalos o padécelos” decía Marco Aurelio; “Una buena educación es precisamente el origen de todo bien en el mundo” decía Kant…y así podría seguir citando a un conjunto de muertos desconocidos para los  neofenicios de la educación que se llaman a sí mismos emprendedores, pero prefiero terminar dejándole la palabra al maestro Ivan Illich quién denunció desde hace más de 50 años el grave error que como sociedad –no sólo se restringe a la universidades tecnoempresariales- hemos cometido al tratar la educación: “Hemos llegado a ser completamente incapaces de pensar en una educación mejor salvo en términos de escuelas aún más complejas y maestros entrenados durante un tiempo más largo”

Escrito por Erick Aguilar

 Aprendiz de ser humano, viajero en capacitación, bibliófilo consumado y sociólogo consumido

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