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Desde Donceles, viajero

Al tiempo de caminar por la vida, me encontré perdiéndome entre los pasillos de las librerías de segunda mano en la calle de Donceles, en el Zócalo de la Ciudad de México. En mi infancia, la primera vez que escuché sobre una librería de segunda mano imaginé algo así como un tianguis donde al igual que la ropa usada, la gente aventaba sus libros viejos y descuidados. Mi inocencia me llevaba a pensar que el hecho de tomar un libro usado era similar a usar ropa interior de segunda mano, una imagen muy desagradable para mi sensibilidad. Con el tiempo me di cuenta de mi craso error. Una de las primeras librerías de este tipo que conocí fue la Torre de Viejo, en el sur de la ciudad, me impresionó ver el orden y la clasificación de los libros que la componen. Recuerdo otra librería más hacía el centro de Coyoacán que en su primer piso tenía barandillas y pasamanos de madera muy bellos e insospechados para lo que desde afuera se antojaba una bodega de libros usados.

 

En mis tiempos de universitario las visitas a las librerías de Donceles se hicieron más frecuentes. Si bien nunca quise escatimar en ediciones nuevas de los libros que solicitaban mis profesores, había otros complicados de encontrar. El clásico Dialéctica de lo Concreto de Karel Kosik es el ejemplo perfecto de un libro que sólo vive en estos lugares. Muchas de las rarezas de la que fue mi sobria pero no por eso magra biblioteca las obtuve en librerías de viejo pero principalmente en un par de ocasiones en que por distintas razones una biblioteca se deshacía de su acervo –pero esa es otra historia.

 

Al día de hoy y en compañía de bibliófilas en entrenamiento las librerías de Donceles se han vuelto un paseo bimestral donde encontrar los libros verdes de Vasconcelos, ejemplares de la colección SEP setentas u obras de teatro en la edición de Espasa Calpe conlleva cierta emoción similar a la de encontrar a un viejo amigo en un lugar inesperado. Y bueno, pocas cosas son más emocionantes que encontrar un clásico o hallazgo inesperado entre los libros y tesis que se rematan en $10 pesos.

 

Es complicado sólo pasar a ver y no comprar en una de estas librerías… y más cuando afuera está lloviendo.

 

Escrito por Erick Aguilar

Aprendiz de ser humano, viajero en capacitación, bibliófilo consumado y sociólogo consumido

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