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Desde el 2 de Octubre, viajero

Al tiempo de caminar por la vida, me encontré conmemorando el 2 de octubre. La historia oficial, como producto de aquello que un régimen decide contar y aquello que decide silenciar, se figura a un maniquí de escaparate de alguna boutique. De lejos el maniquí se ve bien, una figura estilizada, ropa exacta, cabello combinado con el tono preciso de la ropa. Nada fuera de lugar. Conforme uno se acerca empieza a notar que el cabello es una peluca, que la ropa tiene pinzas que la ciñen a la figura del maniquí, y quizás lo más perturbador de todo, el rostro muerto y genérico del maniquí. Algo no va bien.

 

En el sistema educativo español, la historia oficial omite la barbarie que hubo después del descubrimiento de América. En la escuela los chicos españoles no aprenden sobre las matanzas, los genocidios, las encomiendas y sobre los despojos provocados por europeos en contra de los indios. De la misma forma que un chico español no aprende sobre la cruenta Colonia, un muchacho chino tampoco aprende sobre la masacre de Tiananmén y estoy casi seguro que un chico estadounidense tampoco aprende sobre los mártires de Chicago del siglo XIX ni sobre el encarcelamiento masivo de la década de 1940 para todos aquellos que se vestían al estilo pachuco (zoot suit).

 

Lo que acaeció hace 52 años es uno de los episodios más negros de nuestra historia contemporánea –y vaya que tenemos de dónde escoger. Palabras como Batallón Olimpia, marcha, estudiantes, huelga, CNH, comunismo, ejercito, matanza, Campo Marte se mezclan con nombres como Gustavo Díaz Ordaz, Luis Echeverría, Tlatelolco, José Revueltas, Lecumberri, Elena Poniatowska, Sócrates Campos Lemus, entre otros y dotan de orden las piezas de un rompecabezas aún inacabado. No han sido pocas las fuentes documentales que han tratado el tema, desde la clásica Rojo Amanecer, hasta textos como Los días y los años, Madera periódico clandestino, pasando por innumerables artículos, entrevistas, y documentales. Pese a lo anterior aún no me ha quedado clara la versión oficial del suceso. La entrevista dónde Gustavo Díaz Ordaz, ya como expresidente, declara que 1968 fue el año que más le causó orgullo de su sexenio abona más a la confusión que al entendimiento de la masacre. ¿En serio pensaba que estaba salvando a México de una conspiración comunista? No lo sé, la respuesta -si es que había una- se la llevó a la tumba.

 

Que hoy, la conmemoración del 2 de octubre sea uno más de esos aprendizajes sociales y ciudadanos que el régimen durante mucho tiempo deseó omitir. Que sea uno de esos relatos a voces que escapan del manoseo institucional. Que sea uno de los tristes –pero necesarios- recuerdos que forman parte de nuestra cultura política y social. Que sea un tema al que por más que lo intenten, los falsos políticos no puedan montarse en ni usufructuarlo en favor de su vergonzosa promoción.

 

2 de octubre

¡No se olvida!

Escrito por Erick Aguilar

 

Aprendiz de ser humano, viajero en capacitación, bibliófilo consumado y sociólogo consumido

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