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Desde El Salto, viajero

Al tiempo de caminar por la vida, me encontré haciendo recorridos de campo en el municipio, El Salto, Jalisco. En la región centro del estado, al lado de Tlaquepaque y al norte del municipio de Juanacatlán el sitio en el que me encuentro tiene una enorme problemática: aquí todo el mundo consume agua de garrafón hasta para bañarse y, a veces, hacer la limpieza del hogar. Para nadie es secreto que en este municipio la red de agua “potable” distribuye agua contaminada con arsénico. Lo anterior es fruto de la pésima gestión hídrica y la irresponsabilidad de las industrias adyacentes que literal usan el río Santiago como la letrina a la cual mandar todo tipo de desechos sin importar que tan tóxicos o venenosos resulten no sólo para el medioambiente sino para la vida humana.

 

En un breve recorrido conozco las nuevas unidades habitacionales que semejan impersonales cajas de zapatos en donde el hacinamiento, la falta de servicios, la inseguridad y marginación compiten con la baja calidad de la construcción como principales características. No son hogares, son la cristalización de constructoras que buscan estafar, con el visto bueno del Estado, a los más vulnerables. Muchas de estas casas no serían compradas por ninguno de nosotros en pleno uso de nuestras facultades mentales, se requiere de un Infonavit cómplice, de un banco y de jugar con nuestras aspiraciones de hacer un patrimonio para llegar al punto de firmar un crédito por uno de estos cascarones baratos. Lo anterior aplica no sólo para El Salto sino para la generalidad de los desarrollos inmobiliario en nuestro país.

 

¿Qué pasará con las nuevas unidades habitacionales que se muestran como la solución a la vivienda? La respuesta está en la unidad habitacional Galaxia Bonita. Dicha unidad tiene 10 años de antigüedad, las calles parecen zona de guerra, el transporte público no entra debido a la delincuencia, la dotación de agua es escasa y lo peor, esta a la orilla del drenaje en el que convergen todos los desechos de la zona metropolitana de Guadalajara. Me impresiona ver casas habitadas con niños pequeños que día y noche inhalan el veneno del drenaje de la zona industrial, me sorprende el dato de que tras 45 minutos de lluvia el drenaje se desborda afectando a toda la unidad habitacional, me enoja ver que en el enorme terreno aledaño se está lotificando para construir nuevas casas.

 

El municipio es el primer delincuente al permitir el cambio de uso de suelo, resulta que hay serias razones que establecen un vínculo entre el narco –dueño de gran parte del estado de Jalisco- con el actual presidente y funcionarios municipales. Lo real es que prima el interés económico de las constructoras, del narco, del endeudamiento de los más vulnerables por sobre su real bienestar. Criptocracia le llaman los especialistas.

 

En el escudo del municipio El Salto, se alude a la cascada y al rio Santiago que dan su nombre al municipio. El agua es una constante en la historia del Salto, hoy es un veneno que hace del lugar una zona de sacrificio en el amplio sentido de la palabra, sacrificio del bienestar para aquellos cuyos ingresos no les permiten salir de ahí, sacrificio del medioambiente en aras de la industria, sacrificio de la seguridad para aquellos que dependen de un narcogobierno. Tras la triste visita, tras la cruda realidad viene a mi mente una pregunta ¿Por qué?

 

Escrito por Erick Aguilar

 

Aprendiz de ser humano, viajero en capacitación, bibliófilo consumado y sociólogo consumido

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