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Desde el unplugged de Fobia, viajero

Al tiempo de caminar por la vida, me encontré escuchando el Unplugged de Fobia. El pasado 17 de diciembre se estrenó el por tantos años –más de 30- esperado unplugged del grupo mexicano de rock llamado Fobia. Hablar de Fobia en lo general no es sólo hablar de Iñaki Vázquez, Leonardo de Lozanne, Paco Huidobro, Jay de la Cueva y Javier Ramírez “El cha”, es hablar de la música en la década entre 1985 y 1995 en México, es hablar del Rockotitlán, de Gabriel Kuri, de Jorge Amaro, de grupos como Botellita de Jerez, La Maldita, Víctimas del Doctor Cerebro, Tijuana No, El Tri, Caifanes, Cafeta, entre otros más que groseramente omito. Es hablar de la verdadera ruptura del rock y otros géneros con el pop en español. Ahora bien, en lo particular hablar de Fobia es hablar de mi prepa, de mis amigos de ese entonces, de Ari, de fubina y del kachito (uno de mis primeros autos). En ese proyecto imaginario llamado El soundtrack de mi vida, Fobia ocupa varias pistas, años y evocaciones.

 

Como seguidor del grupo y fiel repetidor de sus letras la obra grabada el 2 de octubre y presentada en diciembre pasado superó mis expectativas. El cariño que el grupo tiene por cada una de sus clásicas canciones se hace evidente en el cuidado de la producción, en los delicados enseres sonoros que se complementan con los típicos instrumentos de la banda. Por enseres sonoros me refiero a una cajita de música, a un pollo de plástico con chillido, a un juguete de avión con ruido de despegue, y demás artilugios que la banda ocupa para lograr no un sonido, sino su sonido. Me merece especial mención el vocalista Leonardo de Lozanne a quien hace un año vi en la puesta en escena Jesucristo Superestrella interpretando el papel de Poncio Pilatos y cuyo buen humor en esta entrevista no puedo dejar de compartir: https://www.youtube.com/watch?v=uOsOhJqRHTY&t=341s

 

De Lozanne gozó de las ventajas de ser joven y bien parecido en un medio que capitaliza la juventud y el aspecto físico (efebofílico) sin embargo decidió no quedarse únicamente con la efímera ventaja de la belleza sino que, a su manera, buscó cultivar su arte a la par de llevar un mensaje a su quehacer en el escenario.

 

Desde hace un mes sigo disfrutando y escuchando con detenimiento, con detalle el ya mencionado disco. Observo el espacio, la parafernalia y la escenografía y no puedo evitar reír interiormente al ver que si bien los pelos sueltos y el atuendo estrafalario ya no aparecen en escena –sello particular del grupo en los noventas- ahora es su sonido lo que nadie puede confundir, ahora es un excelente y sui generis unplugged sin público llevado a cabo en medio de una pandemia el que sorprende mis sentidos. No cabe duda que es una obra que marcará un antes y después de la banda…trascender creo que le llaman algunos.

 

Escrito por Erick Aguilar

 

Aprendiz de ser humano, viajero en capacitación, bibliófilo consumado y sociólogo consumido

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