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Desde la Cuarentena 5ª parte, viajero

Al tiempo de caminar por la vida, me encontré al igual que millones de personas en todo el mundo en cuarentena. Seré sincero jamás pensé escribir sobre algo tan trivial y banal como ir al supermercado. Reformulo, antes del actual periodo de confinamiento ir al supermercado era algo trivial y banal. Al día de hoy ser cajero de supermercado es una actividad riesgosa, así lo demuestran las caretas, los cubrebocas y las micas cuadradas de acrílico que separan al cliente de quien cobra en la inmensa mayoría de los supermercados de cadena.

 

Más aún, el riesgo de ir al supermercado local aumenta cuando algún youtuber al grito de “Sean bienvenidos a una estupidez más de las mías…” hace show no sólo de su diagnóstico positivo de coronavirus sino de su andar por pasillos de supermercado y calles pese a las indicaciones de estricto confinamiento de aquellos que son casos confirmados del actual virus. En efecto salir a hacer el super se ha vuelto una actividad nada banal y más cuando los likes se imponen frente al sentido común, pero esa es otra historia. A casi un mes de haber iniciado el confinamiento admito que en las pocas ocasiones que he salido por comestibles y a la clínica médica me he sentido timado, engañado. Veo parejas de pospubertos retozando en jardineras; veo sujetos en trajes de ciclistas entrenando en el carril del trolebús –actividad a todas luces recreativa; veo ¿padres? mejor dicho progenitores que sacan a sus niños pequeños a dar la vuelta. Veo influencers como el ya mencionado y como Paty Navidad que piden a sus rumeantes seguidores salir y grabar hospitales para descubrir si el Coronavirus existe; bueno, he recibido cadenas de whatsapp de conspiranoicos que dicen que el invento del confinamiento es para que no veamos ni impidamos la instalación de antenas de la red 5g.

 

Al igual que hace poco tiempo ir al supermercado era una actividad que jamás pensé  enmarcar en ésta columna, hasta hace muy poco pensaba que los terraplanistas y los antivacunas representaban la potenciación última de la imbecilidad humana…me equivoqué. Y sin embargo no veo mérito en contar mi salida semanal para aprovisionarme de mi clásico pescado, granos, carne y tinto.

 

Escrito por Erick Aguilar

Aprendiz de ser humano, viajero en capacitación, bibliófilo consumado y sociólogo consumido

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