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Desde la intrascendencia, viajero

Al tiempo de caminar por la vida, me encontré sintiendo pena ajena por el escándalo de la semana, aquí un poco de contexto. Hace unos días un crítico político que acostumbra vestirse de payaso y darse a conocer como Brozo realizó un sketch en el que al final termina recordándole a nuestro presidente “Acuérdate Andrés, no eres Dios, no eres el hijo del hombre. Eres un pinche presidente que, o nos sirve, o no sirve…” Y es que después de más de 1.2 millones de casos y de 116 mil muertos por Covid; de haber desaparecido fideicomisos estratégicos; de haber hecho evidente a nivel internacional su vergonzosa deferencia y zalamería a capos desalmados como el Chapo Guzmán, su hijo y su madre; después de haber sido omiso ante los reclamos de niños que se siguen muriendo de cáncer por falta de medicinas en el IMSS, lo menos que se le puede recordar al que hoy es nuestro presidente es que está ahí para servirnos.

 

A lo largo de esta semana, una vez más se hizo presente ese extraño fetiche por la trivialidad que caracteriza a nuestra sociedad. Ejemplos sobran, van unos cuantos a bote pronto. En un país que con la mitad de su población en pobreza cada visita del Papa se vuelve EL acontecimiento. En un país con profundas desigualdades sociales, por años fueron telenovelas insulsas, repetitivas y llenas de bazofia las que acaparaban la conversación de la ¿sociedad civil?. En un país que atravesaba por un sismo en el año 2017 la nefasta invención del drama de la inexistente niña Frida Sofía acaparó la atención ante urgencias reales y por ende omitidas. En un país con un presidente ególatra, que niega sistemáticamente la realidad, que miente compulsivamente y que una vez en el poder repite los mismos vicios que como oposición condenó, lo que importó no fue el reclamo legítimo de un comunicador ante su pésima gestión, lo que importó es que le dijo pinche al presidente.

 

Es desagradable leer y escuchar a aquellos que se rasgan las vestiduras y que salen en defensa de aquel que consideran su líder moral. Es preocupante observar el fanatismo despertado por un hombre –sí, un hombre que no mesías, ni salvador de la patria- que tiene la característica de aguantar dos horas varias mañanas a la semana hablando de todo y nada al mismo tiempo. Este performance digno de Duchamp al que popularmente se le conoce como La mañanera no es otra cosa más que una antología de vocalizaciones de Andrés, a falta de un lenguaje fluido, que no tiene más trascendencia que ver a cuadro la frivolidad en la que ha caído nuestro gobierno.  Recuerdo que en una ocasión Andrés, alías nuestro presidente, mostró una lista con el nombre de reporteros que lo querían y que no lo querían de acuerdo a si sus publicaciones hablaban bien o mal de él (¡!). En otra ocasión. recuerdo que al día siguiente que liberaron al hijo del Chapo Guzmán el tema fue hablar sobre una película de época. En fin, la sarta de ocurrencias y frivolidad del que parece todo menos un presidente medianamente capaz no tienen límite.

 

Por azares del destino hace poco vi un capítulo cualquiera de una telenovela mexicana que en su momento fue muy exitosa en la década de los años noventa. Los diálogos incoherentes, los personajes totalmente irreales en su actuar, las forzadas escenas dramáticas y la completa irrelevancia me llevaron a ver que no es azaroso que Andrés actué como lo hace. Andrés supo conectar con el mismo público que amó no sólo esa telenovela en cuestión sino todas las demás telenovelas de hace 20 años. Andrés sabe hablarle directamente a los que por años fueron adoctrinados en diálogos incoherentes y lógicas sosas, simplonas; así es su gobierno.

 

Celebro que alguien con penetración mediática se atreva a recordarle a Andrés que no es más que “…un pinche presidente que, o nos sirve, o no sirve”. Lamento mucho que la mayoría de los que se indignaron con semejante diálogo nunca hayan visto una telenovela que les enseñara que al poder se le vigila, se le cuestiona y se le exige. En hora buena Brozo.

 

Escrito por Erick Aguilar

Aprendiz de ser humano, viajero en capacitación, bibliófilo consumado y sociólogo consumido

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