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Ecosistemas terrestres de Yucatán: entre ríos subterráneos, selvas y un cráter enigmático (2ª parte)

En la primera parte de este breve recorrido por las maravillas naturales de Yucatán, exploramos las bondades que ofrece la costa de este enigmático estado. Sin embargo, hablar del territorio yucateco y no mencionar a los cenotes que se ubican al interior de la península es impensable. Muchos los conocen, pero pocos saben su peculiar origen. Por si esto fuera poco, el estado presenta un fascinante cambio entre la temporada de secas y la de lluvias. En la primera, los árboles exentos de hojas ensombrecen el panorama. En la segunda, la entidad se tapiza de todos los verdes que la selva puede ofrecer. Por si esto fuera poco, Yucatán guarda uno de los secretos más fascinantes de nuestro país: un enorme cráter que, según sugieren los científicos, se trata del impacto que dejó el meteorito que extinguió a los dinosaurios.

 

La historia de cómo se formó la península de Yucatán es peculiar. Hace unos 65 millones de años no existía y en su lugar había un arrecife de coral sumergido en el mar. Esto cambió por completo cuando un meteorito impactó en la Tierra. Se cree que dicho impacto fue el causante de la última extinción masiva que hubo en nuestro planeta, acabando con aproximadamente tres cuartas partes de las especies que existían en ese entonces, entre ellas los dinosaurios. De aquel evento geológico actualmente solo queda un cráter sumergido varios a kilómetros de profundidad cerca de lo que hoy es el puerto pesquero de Chicxulub, en Yucatán. Muy interesante, pero ¿Qué tiene que ver con los ecosistemas de este bello estado?

 

En realidad, tiene todo que ver. Se cree que la colisión ocasionó un gran tsunami, el cual arrojó los sedimentos del coral más allá de la costa, integrándose al continente y formando lo que hoy conocemos como la Península de Yucatán. El coral se transformó en un tipo de rocas muy peculiares, conocidas como calcáreas, las cuales se disuelven con el agua de la lluvia (la cual es ligeramente ácida). Con el paso de miles de años, el agua se ha ido infiltrando en el suelo, desintegrando lentamente la roca y formando cuevas subterráneas. En ellas se puede ir acumulando el agua e incluso formar ríos subterráneos, conocidos como cenotes. Los geólogos los clasifican en tres tipos: cerrados, semiabiertos y abiertos. Los primeros son los más jóvenes y se encuentran cubiertos completamente por una cueva. En los segundos, los rayos del Sol penetran gracias a que una parte de la cueva se ha ido destruyendo y en los terceros, la totalidad de la cueva se derrumbó, quedando expuestos al aire libre.

 

Por otro lado, el suelo calcáreo, favoreció el crecimiento de selvas a lo largo de la península. En Yucatán las más desarrolladas son la selva baja caducifolia y mediana subcaducifolia, ambas dentro del grupo de las selvas secas. El término caducifolio se refiere a que los árboles pierden sus hojas durante una parte del año. Esto se debe a las precipitaciones, puesto a que casi todas las lluvias se producen entre junio y octubre, mientras que en el resto del año es temporada de seca. Esto provoca que en los meses más alejados de la temporada de lluvia los árboles pierdan casi por completo su follaje, mientras que en la temporada de lluvia y los meses posteriores reverdezcan. ¡Como si volvieran a la vida año con año!

 

El resto de ecosistemas de la península están representados, en menor proporción, por la selva mediana subperennifolia (también conocida como selva chiclera), la selva baja inundable y la sabana, además de otras comunidades hidrófitas (asociadas al agua) diferentes a los cenotes, tales como las aguadas. Contemplando los ecosistemas costeros abordados en la anterior publicación (manglares, petenes, dunas, etc.) se tiene la totalidad de ecosistemas de origen natural de Yucatán. Por último, se encuentran los paisajes propios de actividades humanas como la agricultura, la ganadería y la población. Probablemente el más característico de Yucatán son los cultivos de henequén, los cuales aún subsisten como recordatorio del auge económico que experimentó el estado en el cultivo de este importante agave. Cuando dichas actividades humanas son abandonadas se genera la vegetación secundaria, plantas de menor tamaño (como las hierbas) que crecen en lugar de la comunidad que existía originalmente.

 

Todo este abanico de ecosistemas es hogar de una gran variedad de especies animales. Entre las aves destacan el hocofaisán, el pavo de monte y el colorido pájaro Toh. En cuanto a los mamíferos abundan los venados de cola blanca y temazate, algunos pumas e incluso jaguares en las regiones más inhóspitas. Las cuevas son hogar de miles de murciélagos, mientras que las serpientes abundan en todo el estado, habiendo cinco que son venenosas: coralillo, cascabel, nauyaca, cuatro narices y Huolpoch (víbora cola de hueso). Por último, en los cenotes habitan sardinitas, bagres de cenote, mojarras y otras especies endémicas. Algunas, al no necesitar visión se han vuelto completamente ciegas, como la dama blanca y la anguila ciega de pantano.

Escrito por Fernando Sauri,

Ingeniero ambiental en proceso de formación y apasionado por la naturaleza.

Correo: fjsauri@outlook.com