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El eco etiquetado: ¿solución para el consumo sustentable? | Terraética

Si te has fijado en los productos que consumes últimamente, es posible que hayas notado la cantidad de figuras y “certificados” que se encuentran en sus etiquetas. Algunos están más enfocados a temas de salud, como son los octágonos negros de la Secretaría de Salud en México, mientras que otros tocan el área ambiental: “Producto 100% natural”, “Vegano”, “Libre de organismos transgénicos”, etc. A estas últimas son a las que llamamos ecoetiquetas.

 

Las ecoetiquetas, o el eco etiquetado, son cualquier distintivo que identifica a aquellos productos o servicios que cumplen criterios de «bondad ambiental» en el proceso de fabricación, uso, comercialización o finalización de su vida útil. A fin de cuentas, este tipo de etiquetado busca fomentar la demanda de todos los productos y servicios que son preferibles desde un punto de vista de impacto ambiental, todo a través de la disponibilidad de información y su comunicación contrastable, exacta y no tendenciosa.

 

Existen aquellas que son voluntarias y las que son obligatorias, estas últimas incluyen las de eficiencia energética que podemos ver en los refrigeradores y las lavadoras. Si bien existen varias que son respaldadas por organismos internacionales e incluso gobiernos de diferentes países, como USDA Organic o EU Ecolabel, también cada empresa puede hacer su propio etiquetado y ponerlo en sus productos, es decir, puede hacer una “autodeclaración”.

 

Ilustración 1. Mapa de ecoetiquetas. Traducido y adaptado de Frydendal et al en Hauschild et al (2018).

 

Aunque cuando aprendí sobre la existencia de estos certificados y su propósito me emocioné y las vi como herramientas casi mágicas, en este momento no estoy muy segura de sus bondades. Por un lado, está el tema de accesibilidad. Esto es especialmente importante para todas aquellas ecoetiquetas que tienen un respaldo institucional, gubernamental u organizacional, porque es necesario cumplir ciertos criterios, demostrar con estudios sus características y posiblemente ser candidatos a algún tipo de auditoría. Entonces, no solo las PYMES o marcas más pequeñas podrían estar dejándose de lado por insuficiencia de recursos para invertir en esto, sino también está el tema de todos aquellos productos y servicios artesanales, de pueblos originarios y minorías.

 

Y de igual forma, como consumidor, podemos no saber qué significan las etiquetas que vienen en nuestros productos solo viéndolos. Aunque quien tenga interés va a investigar antes de hacer sus compras, si el punto es lograr que toda o una mayor parte de la población cambie sus hábitos de consumo, contar con este tiempo dificulta las cosas. Porque la clasificación de todos estos indicadores es confusa, incluso para alguien que se mueve dentro de las áreas de Sustentabilidad y Medio Ambiente (incluyéndome a mí).

 

En otro punto, se encuentra la confiabilidad. ¿Cómo estamos seguros de que los resultados que nos presentan son los reales y no están maquillados? De acuerdo a Ralph Horne (2009), más de dos tercios de los participantes en una encuesta desconfiaron de la información de las grandes empresas, y cifras similares coinciden en que las corporaciones no tienen moral ni ética. Una encuesta europea del 2005 sobre la confianza de los consumidores en la asignación de etiquetas ecológicas encontró resultados idénticos en los cuatro países encuestados (Noruega, España, Alemania e Italia): las organizaciones de consumidores o medioambientales ocuparon el primer lugar, los organismos independientes el segundo y los gobiernos el tercero y los minoristas fueron los últimos.

 

Ilustración 2. Comprar de forma sustentable es un proceso complejo, ¿cómo saber que no estamos apoyando al «lavado verde» o greenwashing?

 

Además, es difícil comprobar la efectividad de una ecoetiqueta porque hay muchas variables en juego. ¿Cómo medimos el impacto que ha tenido? En el 2002 se publicó un análisis cualitativo de la etiqueta alemana Blue Angel y un estudio posterior indicó que conforme se fueron haciendo más estrictos sus criterios, había un incremento paralelo en la reducción de impactos ambientales. Sin embargo, dicho estudio hizo la aclaración de que con el desarrollo tecnológico que también se fue dando a la par, hacía más difícil poder indicar el índice de mejora realmente atribuible a la ecoetiqueta.

 

Solo aquellas ecoetiquetas que, por ejemplo, utilicen un enfoque de Análisis de Ciclo de Vida (ACV) multicriterio podrían hacer una cuantificación de todos los impactos prevenidos, pero aún así hay limitaciones, especialmente si se están utilizando bases de datos para llenar los huecos de información de los productos en lugar de obtener los datos de fuentes primarias. Además de que en general los resultados de un ACV vienen siendo aproximaciones.

 

Con todo esto en mente, sé que ahora más que nunca somos seres visuales y las ecoetiquetas son un instrumento que apela a esta parte de nosotros y de una forma relativamente más sencilla nos hace saber lo que es mejor para el ambiente. Pero es necesario complementar con campañas de concientización y educación ambiental, además de lograr la aplicación efectiva de la normatividad ambiental ya disponible.

 

Por último, les dejo unas palabras de Ralph Horne (2009) y Christensen et al (2007):

Las ecoetiquetas solo pueden tener éxito como parte de una estrategia vinculada a la causalidad y no como una «solución» basada en síntomas; «Las políticas para promover el consumo sostenible tienen éxito solo cuando el desarrollo tecnológico, las estructuras económicas y la información están en consonancia entre sí, y este es el caso solo cuando el consumo sostenible no entra en conflicto con el crecimiento económico».

 

Escrito por Rebeca Ruiz Reyes

Asesora en Sustentabilidad y Energía

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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Referencias

Christensen, T.H., Godskesen, M., Gram-Hanssen, K., Quitzau, M. y RØpke, I. (2007) Greening the Danes? Experience with consumption and environment policies. Journal of Consumer Policy, 30, pp. 91–116.

Generalitat de Cataluña. (2010). Tipo de etiquetas ecológicas. https://bit.ly/3n1IMVb

Hauschild, M. Z., Rosenbaum, R. K., Olsen, S. I., Bonou, A., Hansen, L. E., y Frydendal, J. (2018). Chapter 24. Environmental Labels and Declarations. En Life cycle assessment: Theory and practice. Springer International Publishing. https://bit.ly/3yGEGnC

Horne, R. E. (2009). Limits to labels: The role of eco-labels in the assessment of product sustainability and routes to sustainable consumption. International Journal of Consumer Studies, 33(2009), 175–182. doi: 10.1111/j.1470-6431.2009.00752.x. https://www.pmir.it/fileCaricati/0/Horne%20(2009).pdf