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El maíz y el atole | Fundación Grupo México

En el mismo puesto de tamales es frecuente que también haya una gran olla con atole (del náhuatl atolli, “aguado”), bebida caliente de masa de maíz cocida en agua o leche, endulzada con piloncillo, azúcar o miel. Se pueden agregar otros ingredientes licuados, como fresa, piña o guayaba; sin embargo, existen variedades mucho más complejas e interesantes.

 

Tal es el caso del atole agrio, bebida prehispánica que se consume tradicionalmente durante Semana Santa y el cual se prepara con granos del maíz negro molidos y puestos a remojar en agua caliente, en donde se dejan reposar durante dos días hasta que comiencen a fermentarse, después de lo cual se muelen otra vez y se ponen a hervir con más agua, canela y algún edulcorante. 

 

También está el necuatole, postre oaxaqueño basado en el atole pero cuya consistencia final es más gelatinosa; se dice que Cuauhtémoc lo consumía par recuperar la energía luego de una batalla. 

 

El chilate es una bebida de cacao, arroz, maíz, canela y piloncillo; el mezquiatole, hecho también con mezquite, es una bebida títpca de Sonora y Chihuhua. El chileatole se prepara tradicionalmente con cacao tostado y molido, chile, vainilla y miel, pero con el paso del tiempo se deformó y se convirtió en lo que hoy conocemos como champurrado; en la actualidad aún existe una versión del chileatole, que es un atole salado con chile verde y epazote, el cual se consume más bien como sopa. 

 


 

Este es un extracto del libro, Maíz, Fruto de agua y fuego, publicado por la Fundación Grupo México, como parte de la colección, XOCOYO: Ingredientes mexicanos.

 

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