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Las buenas noticias llegan en voz baja

Esto fue lo primero que supe sobre el museo: “Bajo Tierra: un nuevo museo en territorio queretano.” Cuando lo leí me sorprendí mucho, ¿dónde y cómo habrían conseguido estos muchachos un espacio bajo tierra para hacer un museo en esa bella ciudad? Y poco a poco fui encontrando pistas de que éste no sería igual a otros. Soy un apasionado de los museos, en mi vida han sido espacios no sólo para disfrutar una experiencia estética sino para conocer de otros lugares y otros tiempos, de otras formas de ver el mundo y dialogar con ellas. He entrado muchas veces a museos sin saber a ciencia cierta lo que encontraría ahí, y terminar el recorrido sorprendido, admirado, divertido, transformado.

 

Y esto me pasó con el museo Bajo Tierra, un espacio en el que el agua de nuestras comunidades, en concreto de Querétaro, es la protagonista, dejándonos conocerla en un caleidoscopio de imágenes, sonidos, historias, denuncias, invitaciones y propuestas. Creo que vale la pena no revelar muchos secretos de lo que los visitantes encontrarán ahí, respetando el tono misterioso del video que nos da la bienvenida a este sitio original, juvenil y lleno de conciencia. Lo que sí puedo decirles es que hay que explorarlo, meterse en sus recovecos y dejarse llegar las miradas sensibles, la historia recuperada, los testimonios de defensa y resistencia, las voces preocupadas y ocupadas que denuncian y llaman a la acción. Para mi cada sala fue un auténtico descubrimiento y, además de todo lo que aprendí y todo lo que se movió en mí, terminé mi visita entretenido, reflexivo y deseando seguir conociendo lo que va a venir más adelante.

 

Transformar realidades de injusticia y opresión es una tarea titánica, a la que muchos ni siquiera se acercan por temor a no poder hacer lo suficiente. Pero el Museo Bajo Tierra le entra con confianza, creando conciencia sobre nuestra forma de relacionarnos con el agua, sin desanimarnos, ni empujarnos, más bien moviéndonos entre recordarnos lo que fuimos, reflejándonos lo que somos y ayudándonos a imaginar lo que podemos ser. Y estoy seguro de que a cada uno le hablará algo diferente; un mosaico, una pintura animada, una galería fotográfica, un video o alguna otra sorpresa en este museo único.

 

Cierro esta invitación a conocer el Museo Bajo Tierra reconociendo el tejido de relaciones, diverso, crítico y comprometido del que ha salido este proyecto. Más de 80 personas han participado en crear este sitio, convocados por una vocación de compromiso con bien común, aunque cada uno desde miradas diversas como la educación, la divulgación científica, la creación artística y el activismo de la sociedad civil. Muchos de ellos son jóvenes estudiantes, de distintas universidades, que, desde ese espacio de preparación y formación en el que están, no separan lo que aprenden de la posibilidad de contribuir a impactar de forma concreta y positiva a su comunidad. Así que cuando estén visitando http://bajotierra.com.mx/, recuerden que cada elemento de las salas, desde las escenografías y las obras hasta sus mensajes concretos, llevan el cuidado amoroso y responsable del que quiere sembrar una semilla para que termine dando fruto.

 

Que los visitantes seamos ese fruto multiplicador de ese mensaje no sólo invitando a otros al museo sino empezando a unirnos para participar en la construcción de la ciudad que imaginamos, como nos convoca el Museo Bajo Tierra.

 

Escrito por Luis Gerardo González López