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No se trata de quererlo todo sino de lograr lo que te propones | Victoria 147

Inicié mi carrera como emprendedora a los 23 años con ganas de comerme el mundo de una mordida y con la idea de que todo era posible. Las empresarias que me conocieron en ese tiempo me decían que yo era adorable, que se notaba que no tenía idea de lo que me esperaba. Cuando compartían sus experiencias conmigo, no dejaban pasar la oportunidad de recalcar que sin importar lo que yo hiciera, nunca lo tendría todo.

 

Obviamente ese comentario me sacaba de onda. Siempre he sido una mujer idealista y positiva, así que hasta me ofendía al escuchar esas palabras. Hoy, a mis 28 años, recuerdo esos momentos con ironía. Y he podido entender y experimentar en carne propia, que en realidad nunca lo he querido todo.

 

¿Por qué?

 

Porque cuando alguien quiere todo, significa que no tiene una motivación. Que no sabe jerarquizar y hacer una lista de prioridades. Y por lo mismo, esa persona se pierde. No tendría nada de malo si a ti no te interesa ser experta en historia del arte, si no quieres ser mamá o si ya probaste el estilo de vida saludable y no se acopló a tu vida cotidiana.

 

Para cada cosa hay un tiempo. Y hay lugar si conoces el grado de importancia que le quieres dar a las cosas. Si sientes que tu carrera profesional va por delante de la personal, no tienes por qué disculparte con nadie por eso. Igual si elegiste ser mamá de tiempo completo y quedarte en casa, si es lo que quieres, sé honesta contigo y enfócate en eso. Nadie va a acribillarte. Tú decides.

 

Lo que elijas, hazlo con convicción porque luego vendrán los sacrificios. Y no lo digo como una mártir, al contrario, lo digo con orgullo porque tener claras mis prioridades me ha ayudado a enfocar mi tiempo y mi energía en lo que quiero.

 

Como empresaria he renunciado a la siesta después de comer. Me he perdido fiestas y cumpleaños de amigos y familiares. Me he desvelado para cumplir con las entregas y, a veces he tenido que posponer actividades personales para completar mis tareas. He tenido que aprender a ser disciplinada en mis hábitos diarios y para cumplir mis sueños he sacrificado horas de ocio. Me he quedado sin cobrar sueldo para pagar a mis colaboradores. He tenido que dar la cara por errores de terceros y me han insultado personas que no tenían el derecho de hablarme así, pero aguanté.

 

No soy madre y por el momento entre mis planes no está iniciar una familia porque no tengo forma de ofrecer el tiempo que un hijo requiere. He escogido sin dudar a un sólo hombre para compartir mi vida y me siento feliz. Me he caído y me he equivocado, pero aprendí de eso y me levanté. Sigo buscando nuevas formas de superarme y me disculpo con los que he fallado porque no les pude dedicar tiempo. Tuve que renunciar a hobbies para enfocarme. Acepté mis imperfecciones y aprendí a quererme como soy; con la cara y el cuerpo que Dios me dio.

 

No lo tengo todo y ciertamente no lo necesito. No lo quiero todo pero quiero todo lo que tengo. ¡Gracias a la vida que me ha enseñado a luchar para obtener lo que quiero! Inhalo para encontrarme con mi fuerza interior. Decreto que creo y puedo crear la oportunidad que necesito.

 

Mujeres, tengamos valor para decir lo que pensamos, de escoger lo que queremos, de ser quienes somos. Vayamos en busca de lo nuestro sin dejarnos atrapar con estereotipos de género y belleza.

 

Escrito por Victoria 147

 

Esta es una colaboración entre Victoria 147 y Resiliente Magazine

 

Publicado originalmente aquí.

 

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