Por allá del 2005 Greenpeace y otras organizaciones divulgaron una interesante propuesta que apostaba por fomentar un manejo responsable de nuestros residuos bajo una simple y sencilla idea: reducir, reutilizar y reciclar. Hoy en día al hablar de basura seguimos todavía la propuesta de las 3 «R»s, lo cual nos dice que en poco más de una década la famosa regla ha sido bien recibida (al menos teóricamente) por el mercado y por los consumidores.

Sin embargo, también es importante notar que dicha fórmula no es mágica y es parcialmente obsoleta dado que la generación de basura supera por mucho la gestión responsable que se hace de ella; reutilizar residuos es aplicable sólo a un cierto porcentaje de la basura, o bien sólo es posible el reciclaje si se cuenta con la tecnología para hacerlo. En otras palabras, la reutilización y el reciclaje a nivel individual resulta pocas veces totalmente viable. ¿Entonces por qué no añadir un concepto más a la vieja fórmula?

Para no salirnos del juego de las «R», el elemento añadido sería «Repensar». Es simple. No requiere de una gran inversión tecnológica y se puede llevar a cabo a nivel individual. Repensar nuestros hábitos de consumo es vital porque si bien solucionar el problema es totalmente necesario, prevenirlo es fundamental. Un pequeño hábito como dejar de consumir comida empaquetada puede hacer una diferencia radical en el nivel de basura producida por una sola persona, sin contar que los efectos colaterales para nuestra  alimentación sean altamente positivos. Si realmente repensamos antes de consumir, no dejará de haber basura, eso es cierto, pero sí se reducirá en gran medida y para esos deshechos restantes, siempre nos quedará el resto de nuestra fórmula anterior.

Escrito por Melissa  Hermosillo Ch.

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Editado para Resilientemagazine.com