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Sentimientos de una joven mexicana hacia la Nación

Con el fin del mes patrio en México aproximándose y la pronta llegada del 12 de octubre, el Día de la raza, han estado rondando en mi cabeza las imágenes de las estatuas removidas y con grafiti en Estados Unidos por el movimiento de Black Lives Matter, así como las de camisetas naranjas en Canadá durante su día de celebración de independencia en solidaridad de las comunidades indígenas.

 

En lo personal, aunque sí me he sentido orgullosa de ser mexicana y al mismo tiempo es fácil reconocer los puntos débiles de nuestro país, este año no sentí ganas de celebrar el 16 de septiembre. Además, tomando los fenómenos que mencioné anteriormente sobre la postura de las comunidades de otros países con respecto al reconocimiento de sus historias y sobre la celebración de sus países, me llega a parecer un poco como una burla celebrar el Día de la Independencia de México para todas las minorías de nuestro país, especialmente para las comunidades indígenas. Todas ellas siguen enfrentándose a discriminación y opresión de forma sistémica aún cuando “todes somos iguales ante la ley y todes somos de un país libre y soberano”.

 

Creo que las observaciones de Yásnaya Elena A. Gil en su artículo “El estado mexicano como apropiador cultural” son importantes y relevantes en esta exploración. Recomiendo enormemente leerlo completo, pero aquí solo haré referencia a lo mencionado del rol del Estado mexicano en la creación del mito del mestizaje. Con él se ha buscado impulsar una identidad homogénea y “unificadora” para un país con una historia complicada (como cualquier país colonizado) y con una población de origen heterogéneo que tiene una prevalente crisis de identidad.

 

Por un lado, solo sabemos que “somos una mezcla” de sangre española, indígena y afrodescendiente (esto ignorando la herencia filipina, india, de medio oriente, o asiática en general que tenemos en México, además de la judía asquenazi). Y si nuestras familias o nosotros no hacemos el esfuerzo por mantener vivo el conocimiento de nuestras raíces, qué nos queda más que suponer. Pero también no es como que en 200 años haya cambiado mucho la dinámica de la concentración del ingreso y la riqueza con respecto a la clase, que a su vez dicta el acceso a otros derechos como la justicia y determina casi todos los aspectos de la vida en sociedad. Esto lo señala tanto Branko Milanović y Diego Castañeda, ambos economistas.

 

Aunque también hay que reconocer que, observando los patrones de quiénes son los pobres y quiénes son los ricos en la sociedad mexicana actual en comparación con la colonia de la Nueva España, la ruta hacia esa conclusión se hace bastante directa. Porque en palabras de Mónica Moreno Figueroa, socióloga jalisciense y fundadora del Colectivo para eliminar el racismo (Copera), “el sistema de clase en México es un sistema racializado”.

 

Entonces, ¿es justo que yo, mujer mexicana de tez clara y estatus socioeconómico medio alto, celebre el Día de la Independencia de México con camisas y blusas indígenas (si bien nos va) o “típicas” sin siquiera tener una verdadera conexión con su significado y con el contexto que tiene en las culturas originarias? ¿No estamos cometiendo apropiación cultural de nuestras propias comunidades indígenas que por siglos hemos maltratado y casi exterminado por querer desapegarnos de su legado? “…[E]xistir, aquí, significa impedir que Don Nadie nos sumerja para siempre en la Nada”, dijo Octavio Paz.

 

Sé que compartimos un territorio, una historia, un idioma, pero también no compartimos ciertos territorios, diferentes perspectivas de la historia, ni tampoco el mismo idioma ni las mismas lenguas. ¿Cómo sería posible englobar el gran tapiz de culturas que componen México sin perder los matices?

 

Sé que somos un país independiente desde el 27 de septiembre de 1821, pero la lucha por la igualdad, el respeto, los derechos humanos y civiles de todas las personas que tenemos el honor de decirnos mexicanos continúa. Y recordar la historia con todas las perspectivas posibles que la conforman tienen que ser tomadas en cuenta. Tenemos el compromiso y la responsabilidad de no dejar a nadie atrás cuando nuestros antepasados y nosotros mismos no lo hemos cumplido. Así que Viva México.

 

Escrito por Rebeca Ruiz Reyes

 

Referencias y bibliografía

Aguilar Gil, Y. E. (2018). El estado mexicano como apropiador cultural. Revista de la Universidad de México, pp. 130–133. https://www.revistadelauniversidad.mx/articles/0bb50a13-2ad8-40e3-9972-5f35dd35184f/el-estado-mexicano-como-apropiador-cultural.

Castañeda, D. (2015). La desigualdad en México hoy (y hace 200 años). Forbes. https://www.forbes.com.mx/la-desigualdad-en-mexico-hoy-y-hace-200-anos/

Corona, S. (2020). “El racismo es el motor del mestizaje en México”. El País. https://elpais.com/mexico/2020-07-04/el-racismo-es-el-motor-del-mestizaje-en-mexico.html

Paz, O. (2010). Huellas del peregrino. México: Fondo de cultura económica.

Slack Jr., E. R. (2012). Orientalizing New Spain:  Perspectives on Asian Influence in Colonial Mexico. México y la Cuenca del Pacífico, (43), pp. 97-127. ISSN: 1665-0174. https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=433747374005