Cada vez que vemos un problema frente a nosotros, tenemos también miles de soluciones posibles. Y muchos de los conflictos que tenemos como sociedad es pensar que estos problemas tienen soluciones únicas como si todo se tratase en saber cómo abrir una ventana. Pensar en un determinismo causal absoluto en nuestra realidad tal vez nos ha causado pensar que para todo lo que hacemos, siempre sucederá lo mismo. Y es verdad que esto suceda con eventos sencillos como abrir una lata de atún, tomar un examen o bien resolver una ecuación matemática. El humano está al parecer diseñado para pensar en problemas lineales, pero muchas veces, el problema es que el mundo no funciona así.
Vivimos día con día con problemas complejos. Los conflictos de inseguridad, de violencia, de migraciones, de deforestación, de contaminación, de machismo y todos los que se nos ocurran vienen de estructuras complejas que nos hacen remitirnos a otros problemas una vez que nos ponemos a analizarlos. Que la violencia de una persona provenga porque no tuvo grandes oportunidades de educación y por lo tanto un empleo digno, y por lo tanto, una calma interna, o cualquier cosa que establezca una línea causal de porque aquella persona hizo lo que hizo, por ejemplo, en Niza, nos hace pensar en líneas sencillas de causa y efecto. Para cada output, un input.
No obstante, es aquí donde caemos en reduccionismos muy gratuitos con respuestas muy simplistas. «Todos los pobres son pobres porque quieren», «todos los migrantes son criminales», «todos los hipsters usan pantalones ajustados» y cualquier otro tipo de simplicidad demuestra no una generalización absurda sino un concepto muy vago de cómo funciona el mundo en realidad. Y no es una ceguera poco problemática o inocente sino es el origen de muchos temas de odio, de violencia o de otros conflictos. Y peor es que esta ceguera también es mal intencionada. Y lo es porque es más fácil para nosotros aceptar verdades a medias ya razonadas por otros, que buscar nuestras propias estructuras causales. Es más fácil copiar la tarea que hacerla nosotros mismos.