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Desde “El Cortijo”, viajero

Al tiempo de caminar por la vida, me encontré en Tepeji del Río de Ocampo, Hidalgo. Específicamente en un cortijo – finca rústica con vivienda y dependencias adecuadas según el diccionario- adaptado en salón para realizar un evento de cena-pasarela. Cabe mencionar que en la zona existen varios grupos de mujeres del pueblo originario ñañu que se dedican a hacer artesanías y en especial a tejer rebozos. El evento tuvo el fin de ser un espacio para que las mujeres exhibieran y vendieran sus productos, así como para sensibilizar al público sobre el fino y agotador proceso de transformar el ixtle -fibra de las pencas de maguey- en un bello rebozo. Finalmente, lo recaudado por la venta de boletos de la cena-pasarela se destinó a la compra de insumos necesarios para las artesanas.

Uno de los principales momentos del evento fue cuando, al estilo de pasarelas de moda, jóvenes locales desfilaron exhibiendo las diferentes formas en que el tradicional rebozo puede complementar un vestido de noche. Nudos en forma de flor, la adaptación como chaleco, mascada e incluso diadema fueron algunos de los muy originales, elegantes y no menos bellos usos para una prenda tan tradicional como impopular entre las jóvenes urbanas. He visto varias ocasiones en que las tradiciones pierden vigencia, uso, incluso hasta interés porque las nuevas generaciones llegan a creer en modelos totalmente distintos y hasta contrarios a sus orígenes y raíces -lo que se entiende como idiosincrasia-. Lo que que vi en “El Cortijo” no fue otra cosa más que el esfuerzo de mantener vigente una tradición, una historia -en forma de prenda- y la de apoyar a quienes, literalmente viven de las tradiciones.

Ante un gobierno insensible a las necesidades de grupos marginados es la sociedad civil organizada la que empuja con acciones concretas y le recuerda a los partidos políticos y al mismo gobierno la responsabilidad administrativa, ética y humana que subyace en todo puesto de elección popular, en todo cargo del servicio público. Felicidades a los organizadores del evento por todo su esfuerzo, en especial al realizado por el matrimonio propietario de “El Cortijo”. Semejante esfuerzo es muestra inequívoca de la capacidad de organización que desde la sociedad existe para hacer de nuestro país un lugar mejor para todos.

Escrito por Erick Aguilar

Aprendiz de ser humano, viajero en capacitación, bibliófilo consumado y sociólogo consumido

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