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La miseria que alimentamos

Ver a niños o a jóvenes pidiendo limosna en las calles es triste pero aún más triste, quizás, es saber muchas veces que al regalarles dinero, procuramos un sistema de incentivos que reduce el hacer las cosas de manera diferente y promueve el permanecer haciendo lo mismo, aunque esto represente vivir mediocremente.

Al regalar dinero, muchas veces alimentamos, sin querer, la miseria misma y evitamos que gente busque otros medios para subsistir. En el caso de los niños, son sus padres quienes deben hacerse responsables por sus hijos y no ocuparlos como medio para obtener ingresos. En el caso de los jóvenes, son estos mismos quienes entonces deben encontrar maneras de superarse y ser productivos. Claro está, todo esto al conocer que el sistema de Seguridad Social en México no es el mejor ni el más amplio.

Si bien es cierto que las organizaciones de la sociedad civil resuelven una parte del problema al focalizar sus esfuerzos en problemas específicos de nuestra sociedad, también es necesario concientizarnos y tomar un papel activo para apoyar e incentivar la productividad de nuestra sociedad. Proyectos como tierrablanca.org tienen como objetivo apoyar a pequeños productores en México con lo cual se promueve el consumo de productos nacionales al mismo tiempo que apoyamos directamente a nuestra sociedad mexicana.

 Vanessa González

Editado para Resilientemagazine.com