Home / Empoderarte  / Machismo en pleno siglo XXI

Machismo en pleno siglo XXI

Recientemente una amiga me platicaba lo difícil que era hacer su especialidad en el hospital, no sólo porque en ocasiones son retos absorbentes y ambientes hostiles, sino porque además era mujer: necesitaba esforzarse el doble. Ser mujer para ella era algo que no sólo los hombres notaban sino que las mujeres detestaban; sus compañeros incluso llegaron a decir: “qué bueno que no soy mujer porque me iría peor que a ti”. Puede que para algunas personas esta no sea una sorpresa pero a mí me marcó saber de una discriminación tan obvia para todos y pero que a nadie parecía importarle.

¿Cómo es que en pleno siglo XXI seguimos viviendo este tipo de situaciones? No estamos hablando de casos extremos de asesinato sino que hablamos del machismo difícil de percibir y que también termina minando la vida. Este machismo rara vez se reconoce que está en nuestros huesos y es rara vez admitido por las personas con las que trabajamos, por nuestra familia y por nuestras parejas. Ese machismo donde se juzga cada cosa que hacemos, donde nuestras opiniones y nuestras acciones son puestas al doble de cuestionamiento que si fuéramos hombres. Además de ello, no sólo tenemos que luchar contra un mundo hostil sino también con nosotras mismas y entre nosotras mismas.

A veces pareciera que las mujeres están en una lucha no por ser respetadas como mujeres, sino como hombres, peleando en el mismo campo con las mismas actitudes prepotentes y terminamos por ignorar aspectos femeninos porque eso sería debilidad. ¿No sería ese el primer signo de machismo? Las mujeres podemos dar vida al mundo de mucha formas y terminamos ignorando este gran regalo. Terminamos ignorándolo y desplazando este potencial por una lucha interminable por el poder. El machismo no es causado sólo por hombres sino que es algo que requiere la participación de todos y todas. El problema del patriarcado no es por el dominio de los hombres. Es en sí la búsqueda de un dominio ¿Quieres ser menos machista? Reconoce lo que eres y deja de hacer las cosas por un lugar en una sociedad que sólo valora el poder y la jerarquía. Tal vez entonces puedas tener hermandad no sólo con tu semejante sino con tu propia persona.

Escrito por Maritza Salcido