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Desde la Cuarentena 8ª parte, viajero

Al tiempo de caminar por la vida, me encontré al igual que millones de personas en todo el mundo en cuarentena. La noticia de la semana ha sido que hoy 8 de mayo se alcanzará “el pico de máximo de contagios en México” sin embargo hay quien dice que eso ocurrirá hasta la segunda mitad de mayo. El discurso oficial ha dicho tantas cosas y manejado tantos datos no sólo discrepantes sino contradictorios entre sí que es difícil saber lo que realmente quiere decir a estas alturas. No sé usted querido lector pero a varias semanas de iniciada la cuarentena aún no me queda clara la posición oficial respecto a algo tan básico como el uso del cubrebocas ya que la respuesta varía en función del orden de gobierno al que se le pregunte. Y ni qué decir respecto a los datos duros y la metodología para saber cuántos enfermos existen realmente en el país. Hoy tenemos que dos exsecretarios de salud –autoridades en la materia- contradicen lo dicho por las actuales autoridades federales.

 

Seguramente no soy el único a quienes los días se le empiezan a desdibujar, tardo más de la cuenta en identificar el día en que vivo, quizá por eso he empezado a llamar a ciertos días lunjuemingo o sábmartiercoles, por probabilidad a alguno le debo de atinar. Leo y me entero que el confinamiento empieza a tener efectos a gran escala como el aumento de la violencia intrafamiliar, mayor frecuencia de crisis de ansiedad, de estrés, incluso hace poco leí un interesante artículo sobre el contagio –a falta de una mejor palabra- de pesadillas colectivas que reflejan la herida emocional que la actual situación está dejando ya no en individuos sino en la sociedad.*

 

En mi caso me he percatado de los efectos que el confinamiento tiene sobre mí, identifico la intolerancia con la que debo luchar, no dejo que el miedo por el coronavirus mute en angustia, coqueteo con la anarquía horaria, mi cuerpo se ha aletargado pese al ejercicio en casa y de un tiempo para acá noto un inusual gusto por el maridaje nocturno de un buen libro con mezcal. De ahí en fuera pienso que la rutina, la momentánea lejanía del coronavirus, el sol, mis seres queridos, el arte, la cocina y mis recuerdos me han permitido llevar decorosamente –incluso apreciar- este periodo…pero todo puede cambiar de un momento a otro.

 

Dios y mis tres lectores saben que no me gusta hacer y mucho menos escribir futurología. Quizá lo más valioso que aprendí de mis otrora amigos economistas fue ese viejo chiste que dice que hay economistas –creo que también se puede extender a científicos sociales- que pasan la mitad de su vida desarrollando modelos y pronósticos y la otra mitad explicando el porqué no funcionan. Por lo anterior sólo intento vivir un día a la vez y tomar todas las previsiones posibles que mi limitada inteligencia dicte.

 

Mis pronósticos son personales, por ahora baste con repetir una parte de la letra de ese clásico ochentero llamado Forever Young de Alphaville:

 

“…hoping for the best but expecting the worst. Are you going to drop the bomb or not?”

 

 

Escrito por Erick Aguilar

 

Aprendiz de ser humano, viajero en capacitación, bibliófilo consumado y sociólogo consumido

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*https://www.eluniversal.com.mx/opinion/hector-de-mauleon/la-epidemia-de-suenos-que-el-coronavirus-desato-en-el-mundo