Toda persona física y moral tiene como obligación el pago de impuestos. De forma directa o indirecta, pagamos como ciudadanos mexicanos cierta cantidad de dinero para financiar el gasto público. Tendemos a olvidar que el gasto público está diseñado para cubrir necesidades que la población demanda o tomar medidas de ajustes económicos para no perder competitividad en el mercado. Cuando no pagamos impuestos estamos contribuyendo de forma negativa al crecimiento del país y ocasionando que servicios públicos indispensables nunca estén al alcance del ciudadano. Y en México el SAT (Servicio de Administración Tributaria) se encarga de perseguir, corretear y sancionar a todo aquel que no pague sus impuestos.
Sin embargo no siempre es congruente: como buena maestra de primaria, tiene a sus alumnos preferidos, en este caso empresas grandes con finanzas estables y de popularidad alta , a las cuales les elimina sus adeudos y les perdona el pago de impuestos justificando que es mucho más caro el perseguirlos y obligarlos a pagar en vez de darles chance de no cumplir con sus obligaciones; por que claramente desde un aspecto político que mejor que tener como aliados a empresarios que tenerlos como enemigos
Incluso el marchante de la tienda de la esquina resulta ser más insistente que el SAT puesto que valora lo que significa el dinero y sabe que es fundamental para el crecimiento de su abarrotería el que le paguen todos aquellos que le deben. Con tanto dinero que se ha dejado de cobrar, sin dudarlo se ha obstaculizado el crecimiento de un país con planes de crecimiento que han quedado a la espera de un financiamiento que no llegará si las grandes empresas evaden sus responsabilidades. A uno lo crucifican por no pagar miles de pesos, pero quienes deben de pagar millones los evaden. Este favoritismo sólo favorece a la élite, quienes de necesidades no saben porque no las viven.
Escrito por Frida Rodríguez
Editado por Resilientemagazine