Obsolescencia programada y obsolescencia percibida
Desde los años 20, surgió un nuevo concepto que revolucionó la forma en la que la sociedad consume, que le ha dado gran poder y puede decirse que es la receta del éxito en las empresas, y sin duda, uno de los mayores agresores del medio ambiente.; la obsolescencia programada. En simples palabras es planificar y/o determinar el tiempo de vida útil de un objeto. Que, aunque este pueda funcionar varios años más, y sea vendido como producto útil, su vida será corta, y el consumidor se verá obligado a comprar uno nuevo. ¿Cómo es que una premisa que de primer momento puede sonar tan absurda, se ha convertido en el motor de nuestra sociedad de consumo?
Los primeros indicios de este concepto datan hace aproximadamente 100 años, con uno de los objetos más sencillos que nos podamos imaginar, los focos. A principio de los años 20´s, los focos eran reconocidos como objetos duraderos. Alguna vez existieron focos con durabilidad de ¡más de 100 años! Hasta que las empresas llegaron a la terrible conclusión de que eso no era redituable, que, si entregaban un producto de calidad y duradero, la gente no tendría que comprar mas que uno y llegaría un momento en el que las ventas no podrán sustentar a la empresa. Así que decidieron ponerle fecha de caducidad a las cosas. Aunque pudieran ofrecer un producto de calidad, la orden era que este tuviera que ser cambiado cada cierto tiempo para que las ventas nunca bajaran.
El foco es sólo uno de los miles de productos que atravesaron este cambio, y un gran documental que ilustra esta historia es “Comprar, tirar, comprar”(2010), este muestra la historia de productos como las medias, impresoras, coches y computadoras que han sido víctimas de la obsolescencia programada. Si esto aún no te hace sentido, solo piensa cuántas veces has cambiado de celular en los últimos 10 años y las razones por la que lo has hecho.
Hoy en día nos enfrentamos no sólo a la obsolescencia programada, que, aunque se ha luchado en su contra, ha sido imposible derrotarla. Ha surgido un fenómeno social conocido como obsolescencia percibida, que es que, aunque un producto siga en muy buen estado, es desechado y reemplazado por un modelo más nuevo. Este fenómeno es ahora el motor de la industria de la moda y los aparatos electrónicos. No sólo se cambia de ropa porque se haya roto, también porque ya se usó varias veces, los colores pararon de moda o hay una nueva colección en la tienda que se desea tener.
Ambos conceptos de obsolescencia son el mayor agresor del medio ambiente, actualmente nos encontramos viviendo las consecuencias de los desechos que se produjeron desde hace años, de los cuales no nos podemos deshacer. Y son los países menos desarrollados, los que enfrentan las grandes consecuencias de esto.
La única forma de combatir estos fenómenos es terminar con la cultura del desperdicio. Se debe de hacer conciencia en la gente, el consumidor, pero sobre todo ejercer presión las empresas, que son las responsables de la fabricación de estos productos.
No hay manera de que el planeta soporte los modelos lineales de producción a los cuales hemos estado sujetos durante décadas, en la que se toman recursos y después hay desechos que jamás se volverán a integrar a la tierra, y causarán consecuencias negativas. Si cada una de las empresas tuviera que hacerse cargo de sus propios desechos, tal vez serían más conscientes de los materiales y la calidad de sus productos.
Las consecuencias de la producción desmesurada derivada de estas obsolescencias nos reiteran que no se pueden operar modelos lineales que utilicen recursos de manera ilimitada e infinita, dentro de un planeta sujeto a límites y restricciones. El cambio de modelo lineal de producción a un modelo circular traerá consecuencias sumamente benéficas en todos los ámbitos de nuestra vida y para todos.
Escrito por Michelle Servin, Consultora en Responsabilidad Social y Dirección Sustentable.