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¿Por qué nos entristecemos en la ciudades?

En Junio de este año, un proyecto que empezó como una iniciativa ciudadana resonó en varios medios de comunicación. El proyecto es Via Verde y busca transformar las columnas del segundo piso del periférico en la Ciudad de México en jardines verticales. Independientemente de los por menores y desventajas del proyecto, aplaudo que este tipo de iniciativas ciudadanas se den en la capital del país. La OECD estima que para el año 2050, 70% de la población en el mundo vivirá en zonas urbanas, lo cual presenta grandes retos en términos de sumistro de energía, abastecimiento de agua y desecho de residuos entre otros. Adicionalmente entre los 17 objetivos de desarrollo sustentable de la ONU para el año 2030 se encuentra el objetivo de “hacer que las ciudades y los asentamientos humanos sean inclusivos, seguros, resilientes y sustentables”.  A pesar de lo amplío que este objetivo resulta, la inclusión de áreas verdes, el desarrollo del urbanismo verde y la construcción de infraestructura nueva y sustentable son áreas de gran interés.

Como habitantes de la Cd. de México estamos expuestos a sus graves problemas de movilidad, el tráfico,  la contaminación (recordemos las pasadas contingencias ambientales) y la inseguridad. Además, el estilo de vida en la ciudad es ajetreado para la mayoría; de arriba hacia abajo sin demasiado tiempo libre para disfrutar de espacios verdes. La Cd. de México definitivamente necesita más espacios verdes no solo por la estética que ofrecen sino por los beneficios que estos traerían a la ciudadanía. Diversas investigaciones indican el valor agregado que la exposición a espacios naturales tiene para nuestra salud psicológica. Por ejemplo, estudios indican que pasar tiempo en ambientes naturales o incluso observar escenas de la naturaleza ayuda a levantar rápidamente el ánimo de las personas, así como mejorar la habilidad de concentración y reducir el estrés aun más de lo que lo hacen los espacios urbanos.

El tipo de iniciativas ciudadanas como Via Verde nos recuerda que no debemos conformarnos con el tipo de ciudad que tenemos ni tampoco acostumbrarnos o adaptarnos a las condiciones actuales de nuestra ciudad y a los problemas (fisiológicos y psicológicos) que conlleva su constante crecimiento. Adaptarnos a estas condiciones resulta sencillo, y en cierto modo peligroso, ya que comenzamos a percibir las nuevas situaciones e inconvenientes como normal y dejamos de tomar acciones a favor del medioambiente. Quizás lo más alarmante de acostumbrarnos es que transmitimos esto a las nuevas generaciones por lo cual el ciclo se repite generación tras generación lo cual resulta en un aumento en la degradación del medio ambiente en las ciudades (algunos investigadores como Terry Hartig y Peter H. Kahn, utilizan el término amnesia ambiental generacional para referirse a esto). La inclusión de nuevas infraestructuras verdes ayudan a cambiar esa percepción y a desacostumbrarnos a la falta de estos espacios en la Cd. de México. Tal vez este tipo de proyectos no parezcan de gran importancia pero son el principio de un cambio que debemos realizar. Un ejemplo del éxito y alcance de este tipo de urbanismo verde, es la ciudad de Copenhagen, en la cual desde el año 2010 se han ordenado instalar techos verdes  (green roofs) en la mayoría de sus planes locales de construcción. Esto como parte de una estrategia para afrontar los retos del cambio climático, para mejorar la biodiversidad y para crear una ciudad más verde. Quizás haya inconvenientes en este tipo de proyectos pero es notable que empiecen como iniciativas ciudadanas y considero que son el primer paso para revertir la costumbre de vivir en una ciudad cuyo ritmo de vida es abrumador y así alentar su crecimiento como urbe. De esta forma, se cimientan los proyectos sustentables para asegurar que futuras generaciones disfruten de una ciudad con mejor calidad de vida.

Escrito por Susana

Editado por Resilientemagazine.com