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Zapatito blanco, zapatito azul

Recuerdo haber gritado el nombre de todos los santos que conocía. Y como estudiaba en escuela católica, no fueron pocos. Era el dolor más fuerte que había sentido a mis cortos 9 años de vida. En aquella época me encantaba pasar horas jugando con mi hermano y mis primos hasta que nos hablaban para comer o, mágicamente, hasta que el día se hacía noche. Esa tarde, una fractura en el brazo derecho jugando hoyitos en casa de mi abuela acabó con el juego, pero eso no impidió que, en pocos días, utilizara mi nuevo yeso como bat para jugar baseball y es que quedarme acostada viendo la tele no era una opción para mí y menos durante mis vacaciones.

De acuerdo con la OMS (Organización Mundial de la Salud), el sedentarismo es una de las principales causas de obesidad en niños y adultos y en la actualidad representa la enfermedad nutricional más prevalente en menores de 20 años. Además, la gran disponibilidad de alimentos hipercalóricos que encontramos en el mercado no podría darnos otro resultado que el significativo aumento en sobrepeso y obesidad.

Jugar al aire libre, fuera de casa, es una de las mejores actividades que podemos hacer ya que estimula nuestros sentidos, nos da la sensación de libertad, aumenta la autoestima, mejora el ánimo y ayuda a relacionarnos. Además, si lo hacemos en familia fortalece los vínculos. Estamos a tiempo de recordar nuestros juegos de niños y pasarlos a las siguientes generaciones para tener más juegos de las traes, más escondidillas y más zapatito blanco, zapatito azul en donde la edad era la única diferencia entre perseguir o ser perseguido. Necesitamos recuperar nuestros juegos de niños por nuestra salud y por la de ellos.

Escrito por Mónica Vera