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Desde  Andalucía, viajero

Al tiempo de caminar por la vida, me encontré recordando mis andares por Andalucía, España en una época muy especial, incluso icónica: la Semana Santa. En el sur de la península ibérica provincias como Córdoba, Granada, Málaga, Sevilla, etc. componen la comunidad autónoma de Andalucía. Es necesario recordar que esa zona estuvo bajo el dominio y la influencia árabe durante casi 700 años. En la zona de Andalucía y más específicamente en enclaves como Córdoba vieron la luz titanes del pensamiento y conocimiento humano como Averroes y Maimónides. El primero famoso por sus comentarios sobre la obra aristotélica –al grado de llegarse a conocer con el epíteto de “El comentarista”- el segundo famoso por sus libros médicos en una época donde el funcionamiento interior del cuerpo humano era tabú so pena de muerte.

 

Andalucía en Semana Santa tiene un encanto particular. Veo procesiones de cofradías cuyos miembros van ataviados con el traje de penitente: túnica y gorros en forma de cucurucho. Veo los tronos o pasos enormes donde figuras emblemáticas de la pasión de Cristo van sobre enormes y pesadas plataformas de madera cargadas por los ya mencionados penitentes. Escucho la música solemne de trompetas y siento la vibración del suelo cuando el pesado tronoes soltado sobre el suelo por lo penitentes. Sevilla y Málaga fueron las principales ciudades en donde vi el ajetreo de la fe moviendo cuerpos y pasos tremendamente pesados, pero no son las únicas ciudades, reitero toda Andalucía tiene la característica particular de vivir la Semana Santa de una forma única y especial.

 

El soporífero calor que constantemente me acosó y la enorme cantidad de gente que me llevó a sentirme desorientado fueron las principales razones que me obligaron a replegar mis pasos y a buscar un lugar privado en donde refrescarme y en donde recuperar mi soledad. Así fue como di con un lugar que recreaba los típicos baños árabes. Un edificio de patio amplio; luz tenue; pozas de agua helada, tibia y muy caliente; una piedra caliente y enorme donde recostarse; silencio sepulcral derivado de las contadas personas que el lugar permite ingresar por cada turno y al final un masaje digno de recordarse en los años venideros.

 

Andalucía, un lugar tradicional de encuentro de las religiones del libro. Andalucía, una misma historia que se vuelve diferente dependiendo si el narrador es árabe o hispano. Andalucía, con su Triana, con su Alhambra, con sus vírgenes y penitentes que parecen moverse al son de los tablaos. Por último,  Andalucía escenario de mis bellos recuerdos cristalizados en un llavero perdido y en la que fue mi más bella compañía.

Escrito por Erick Aguilar

Aprendiz de ser humano, viajero en capacitación, bibliófilo consumado y sociólogo consumido

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