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Desde Ciudad Rodrigo, viajero

Al tiempo de caminar por la vida, me encontré recordando mis andares carnavalescos. Entre los últimos días de febrero y los primeros de marzo es cuando se celebran carnavales en muchos lugares del mundo. Pienso específicamente en el carnaval del Toro que a finales de febrero se lleva a cabo en Ciudad Rodrigo, perteneciente a la comunidad autónoma de Castilla y León, España. La pequeña localidad de Ciudad Rodrigo se encuentra en el extremo oeste de España a uno 289km de Madrid y tan solo unos 89km de la bella ciudad de Salamanca.

La ciudad, cuyo origen data de tiempos de los romanos, se encuentra a la vera del río Águeda,  rodeada por una sólida muralla que le da ese aire medieval propio de una época combativa entre moros y cristianos –no olvidemos que los moros estuvieron más de 600 años en tierras hispanas. El carnaval del Toro tiene el sabor de una festividad de la gente y para la gente; desde la terminal de autobuses hay muchos jóvenes que descienden del autobús disfrazados de personajes de moda, incluso hay familias que van disfrazadas por completo –me tocó ver a una pareja de esposos caracterizados como flautistas de Hamelin y a sus cinco hijos disfrazados de alegres ratoncitos. La alegría en el entorno y la creatividad en los disfraces estan dados por los límites de la imaginación de los asistentes.

El punto emblemático del carnaval del Toro es cuando dejan salir a los toros y jóvenes temerarios corren para no ser corneados/atropellados por semejantes moles cornudas. La corrida de toros desemboca en un ruedo –construido cada año por la población- que tiene como principal característica su forma rectangular –opuesta a los clásicos ruedos circulares. La experiencia del carnaval del Toro es una mezcla entre el excesivo consumo de alcohol y el ambiente familiar propiciado –y cuidado- por muchos de los asistentes. Fue en este viaje cuando aprendí que un buen carnaval –una buena fiesta- es para todos, tanto para chicos como para grandes. De otra forma, la celebración pierde su carácter festivo y deviene en algo nocivo. Olé.

Escrito por Erick Aguilar

Aprendiz de ser humano, viajero en capacitación, bibliófilo consumado y sociólogo consumido

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