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Desde la Habana, viajero

Al tiempo de caminar por la vida, me encontré recordando mis andares en la Habana, Cuba. Era el tiempo en que el viejo Fidel iba de salida, los vientos de cambio apenas eran leves brizas y el embargo comercial seguía asolando a la isla. Por principio de viajero terminé recorriendo la ciudad en ‘huahua’ -camiones de transporte público- y defendiéndome de los vivales que al verme facha de turista se acercaban para ser partícipes de la derrama económica de los incautos como yo. Un amable pero no por eso menos embaucador sujeto me terminó confesando cínicamente que ‘…para nosotros, ustedes los turistas son millonarios, son Rockefeller, así que debemos hacer todo lo posible para que ustedes lleven su dinero a donde queremos’.

Pero más allá de la picardía -y abuso- de algunos, también tuve la oportunidad de convivir y conocer a los cubanos que asisten a la Universidad de la Habana. Gente muy empática y profundamente dedicada a sus ramos de especialidad. Ante la falta de medios electrónicos y computadoras declaraban su agradecimiento a la misma carencia, en tanto que las limitantes los obligaron a ser más tenaces en su formación y a poner increíble empeño en actividades que a simple vista parecerían sencillas: elaborar textos impecables en máquina de escribir, fichar libros a mano, buscar y esperar la única copia de dichos libros, etc.

Hoy es recurrente tener noticias de la apertura comercial de Cuba, del primer vuelo Miami-la Habana en más de 50 años. Parece que la isla dará pasos decisivos encaminados a su reintegración en el mapa norteamericano. Amén de las decisiones de la próxima administración de EE UU el pueblo cubano, educado, con salud y con profundos deseos de cambio e historia de esfuerzo tiene el reto de no dejarse perder en un mar de comodidades y consumo capitalista. En todo lugar existen vivales quienes a la menor oportunidad abusan de los que se esfuerzan, pero en pocos lugares he sido testigo del culto al esfuerzo y el agradecimiento a la carencia como lo fui en la Universidad de la Habana.

Escrito por Erick Aguilar

Aprendiz de ser humano, viajero en capacitación, bibliófilo consumado y sociólogo consumido

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