Al tiempo de caminar por la vida, me encontré asombrado por un rojo intenso. El rojo al que me refiero tiene una característica particular era apreciado –hasta el siglo antepasado- como símbolo de estatus amén de ser valorado internacionalmente. Es un rojo intenso como la sangre y tan apreciado como los corazones leales y valientes que a la menor oportunidad nos hacen vibrar. Me refiero al rojo de la grana cochinilla.
A lo largo de su historia el ser humano se ha dedicado a domesticar infinidad de plantas, múltiples animales pero muy pocos insectos. Sólo el gusano de seda, las abejas y la grana cochinilla han sido domesticados a gran escala por nuestra especie. La grana cochinilla es un parásito que crece en los nopales y desde tiempos prehispánicos ha sido valorada por el tono rojizo con que tiñe desde códices y vasijas hasta ropas destinadas a ser usadas únicamente por la élite dominante. Imaginemos la penetración que la grana cochinilla tuvo en el mundo europeo de la pintura en tanto que si bien Tenochtitlán cayó en 1521, para 1530 el pigmento rojizo ya estaba disponible en las tiendas que proveían a los principales maestros europeos de la pintura. Un dato interesante es aquel que menciona que de todos los tipos de grana cochinilla existentes en el mundo –hay especies en Egipto y Polonia- la especie mexicana es la que tiene el porcentaje más alto de intensidad en su color. Tiene un 25% frente al .7% de sus pares polacos, es una locura. Quizá de este 25% más intenso de color se desprende que el procedimiento para teñir prendas fuera más sencillo en Mesoamérica que en Europa.
Finalmente me es muy llamativo que de algo tan pequeño, tan minúsculo y humilde nazca eso que colorea nuestro entorno, resalta la dignidad de nuestros próceres –el rojo era prerrogativa de unos cuantos hasta el siglo pasado- y junto con otros muchos colores le da matices, belleza no sólo a pinturas de academia sino a nuestra historia, a nuestro mundo. La grana cochinilla, un parásito que por definición es oportunista deviene en un aliado de la belleza y hoy es digno de ser expuesto en el museo de Bellas Artes. La exposición está disponible hasta este 4 de febrero así que no dejen de irla a ver y asombrarse con ese rojo intenso que enciende belleza y pasión en perfecta armonía.
Escrito por Erick Aguilar
Aprendiz de ser humano, viajero en capacitación, bibliófilo consumado y sociólogo consumido