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Espacio Libre | La Revolución (extracto de La rebelión de los pelones)

La Revolución tomó finalmente forma cuando el General De la Rienda se sublevó contra las fuerzas federales que controlaban la sierra. El ataque al cuartel treinta y dos en el municipio del Chicalpan, en las laderas de la Sierra de Occidente dio comienzo a la guerra que sólo pudo terminar diez años después cuando ya muertos, el General De la Rienda, su ejército rebelde y todos los capitanes y generales que le sucedieron, descansaban en tumbas, en fosas comunes o más comúnmente, bajo los rayos de sol carcomidos por el tiempo gracias a los roedores y zopilotes.

 

La guerra se fue levantando poco a poco y poco después de la violación de tratados y pactos entre gobierno y peones, entre gobierno y hacendados, y entre gobierno y no gobierno dando oportunidad a todo aquel que tuviera todavía dos brazos para levantarse en armas para el respeto de sus tierras, derechos, posibilidades y por sus familias. Fue el desgaste en el estar de la gente, ni tan bien ni tan bueno, lo que exaltó el repudio a las fuerzas federales, El meritito terror traído a los pueblos al mando de los municipales, Sí, mi General. También fue el abuso de la raya, del desarrollo y de las armas lo que hizo que perdiera la vida tanta y tanta gente. Pero sobre todo fue el abuso de los municipales, el robo que cometieron con todo aquel que no tenía poder, con todo aquel que no estaba protegido con dinero o amigos o poder, y con todo aquel que fuese pobre, que en un país de pobres, el abuso podía ser mucho, sin olvidar su rentabilidad, Fue el abuso del poder en un país con hambre.

 

Fue el abuso de la corrupción contra un país en pobreza. Y así comenzó la Revolución. No comenzó con un gran golpe de audacia como así lo fue la Independencia de esta pequeña república calurosa. Tampoco comenzó a distancias y mandos reales decretados en Europa, y menos comenzó con el grito de guerra del pueblo en estallido contra la violación de los derechos de los que nunca había escuchado ni que necesitaba escuchar por ser de sentido común. Tampoco necesitaba el pueblo que nadie viniese a decirle por qué todos los individuos debían ser libres en un mundo donde no existía la libertad sino el trabajo. El pueblo, la gente, el vulgo y la muchedumbre no necesitaba a un manojo de municipales que controlaran los desmanes que ellos mismos comenzaban. El pueblo se defendió de aquello de lo que nunca supo por qué debía defenderse. La Revolución no era la lucha del pueblo contra el rico, sino del pueblo, el pueblo real y lacónico, contra la idea del pueblo abstracta y locuaz. Un pueblo conflictivo pero tangible contra el pueblo perfecto pero imaginario.

 

El país se alimentó por muchos años del imaginario dentro de la tristeza de la realidad, de la tierra y de la sangre en el sudor. El rico vivía explotando al pueblo físico con dureza efectiva e injusticia palpable, justificándose en la búsqueda de la perfección, en la que él, por azares del destino, debía de estar ya adentro, dentro de ese mundo canónico en que nació, y en el que debía morir aunque él fuese el único que lo supiese, no importaba otra opinión, opinión de los pobres mejor nombrada murmullo del pueblo. El rico tenía razón, porque debía tenerla, y si nadie más lo veía como lo veía el rico era porque nadie más se había elevado a los terrenos en que la razón daba por sentado que el rico debía tener el poder y el pobre tenía que soportar la sumisión. El rico no entendía por qué debía uno revolucionar un sistema que justificaba al pobre por su pobreza y al rico porque no era pobre, y sin ese sistema, sin ello no podrían entenderse nunca las maravillas de aquel país que había visto en su mente un país desarrollado, sin tanto encalzonado ni tanto sombrerudo de huaraches, porque así no se vive en un país tan grande como ese, así no debía vivirse en ese país. El rico quería desarrollar al país con los brazos del pobre, olvidando que cada brazo tiene un hombro y que cada hombro viene de un cuerpo, y que el cuerpo no está solo en el mundo, que éste viene con un alma que decide qué debe hacer el cuerpo, y el hombro y el brazo, pero esta alma es inservible para el rico, de ella no se come, y menos con ella se siembra.

 

El alma del pobre no molestaba pero sí incomodaba hasta el punto en que tenía que usarse la fuerza para sosegarla, para desaparecerla del brazo del pobre para que el desarrollo llegue a todo el país, no quiera verse un país lleno de sombrerudos y nada de modernidad, olvidando que cada sombrero tenía su cabeza y que en cada cabeza existe un mundo, que surge del alma que el rico tiene que apaciguar, no vaya a ser que los mundos de las cabezas de los campesinos sean mejores que el mundo de la modernidad y del desarrollo, eso no, eso nunca porque en dado caso, el canon de la sociedad podría cambiar, y nadie quiere un cambio, Sólo queríamos un país mejor, menos pobre, más moderno, sin tanto pobre y no sabíamos que para que desaparezca la pobreza también debía desaparecer la riqueza, no, eso no lo sabíamos, se lo juro, no vaya a ser que sea cierto, o que alguien lo escuche, entonces tendríamos problemas, la gente se levantaría, saltaría de su sosiego y recordaría otras épocas, tiempos no vividos pero sí añorados por el alma que es eterna, según dicen los que saben, o que no saben tanto pero sospechan mucho, y el pueblo se levantaría contra la desigualdad, contra los ricos, para que todos sean pobres, eso no, al revés, para que todos sean ricos, o para que nadie sea algo, ni rico ni pobre, o de menos para que no tenga tan poco como el que trabajó para el que tanto tiene, y para que el que tanto tiene convide algo de lo suyo, que comparta a los incompartidos, a los olvidados por el perfecto y artificial canon de la sociedad.

 

La Revolución fue la confrontación entre la realidad y la ideación, con muertos reales en un país no vivido por nadie, ni por el rico viviendo en un país que no se adaptaba a su gusto, ni por el pobre que no aspiraba a vivir en aquella realidad prometida.

 

Este es un extracto de La rebelión de los pelones, escrito por Roberto Carvallo Escobar

 

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