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La desesperanza de ser joven en México

Al día de hoy, no tengo propiedades a mi nombre, no tengo plan de retiro ni creo en el seguro de jubilación pues la devaluación es mucho mayor a la inflación anual que se calcula de manera oficial.  Difícilmente tendré un empleo estable así que el seguro médico me toca pagarlo a mí por el resto de mis días y Dios no lo permita, me llegue una enfermedad o un accidente. Aunque esto parezca extremadamente negativo, es la realidad de muchos en este país, pues según un artículo del NY Times, sólo el 12% de la población, cuenta como clase media, los demás, estamos en la pobreza.

 

Ser joven en México es casi una garantía de pobreza en el futuro y no lo digo yo, lo dicen diversos estudios. Si bien algunos digan tener “otros datos”, la realidad nos pega en la cara todos los días. A pesar de que trabajamos más horas que otros países, tenemos menos prestaciones, menos acceso a la tierra y somos la generación con menor economía que la de sus padres. La desesperanza parece cada vez más común, sin embargo, aunque parezca imposible, sí, hay una luz en el túnel de la ansiedad y la incertidumbre.

 

La mejor solución para cada uno de nosotros,  es mejorar aquello que sí está en nuestras manos, pues como dice una oración: concédenos serenidad para aceptar las cosas que no podemos cambiar, valor para cambiar las que sí podemos, y sabiduría para discernir la diferencia. Aunque no se crea en Dios, vale la pena pedir (o rogar) por serenidad, pues así podremos contagiarla a nuestro alrededor. Seamos esperanza para quien nos rodea y recordemos que, a pesar de las circunstancias, trabajar por la paz, es garantía.

 

Escrito por Maritza Salcido