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Desde Love a tree day o la Cuarentena 9ª parte, viajero

Al tiempo de caminar por la vida, me encontré al igual que millones de personas en todo el mundo en cuarentena. A lo largo de la semana me enteré que el 16 de mayo en algunos países del hemisferio norte se celebra el llamado “National Love a Tree day”. Entiendo que dicha celebración tiene que ver con valorar la importancia que los árboles tienen. No me refiero solamente a la importancia económica, biológica o incluso estética. Me refiero a la importancia que tienen los árboles al recordarnos ese vínculo con la naturaleza, que pese a habernos “aislado” en nuestros respectivos hogares sigue vigente.

 

Como habitante urbano es difícil tener un vínculo directo con la naturaleza, no es común apreciarla en medio de ciudades tan densas como la Ciudad de México. Hay que recordar que entre más se acerca uno al oriente de la Ciudad de México las áreas verdes empiezan a escasear. No es frecuente que uno pase por algún cuerpo de agua limpia –sea río o sea lago-, mucho menos que el trinar de los pájaros supere el ruido de los autos, de los megáfonos, de los estéreos de sonido. El aroma de la ciudad es cada vez más ajeno a ese olor a tierra mojada y ni que decir de las mil y un maneras que teneos de violentar la vista de nuestros cerros circundantes a través de espectaculares, edificios o la misma nata gris de la contaminación. Quizá los árboles son los pocos supervivientes a nuestro uso y abuso del espacio urbano, ya sea botando banquetas, enredando cables de teléfono y a veces, hasta cayendo sobre el espacio público, los árboles nos recuerdan constantemente lo que no es urbano. Sus hojas verdes, su tranquilizador zumbido provocado por el viento y su fresca sombra son maravillas de la jungla de asfalto.

 

Desconozco mucho de los árboles, con trabajos sé distinguir un pino navideño de un eucalipto, sin embargo tengo mis árboles preferidos. El hule y la higuera son el par perfecto de mi infancia, me recuerdan la casa de mis abuelos y la pueril alegría que ahí viví. La hoja del hule es la más rara que he visto en mi vida y bueno, los higos son de mis frutas favoritas.

 

En plena cuarentena intentemos recordar y valorar ese vínculo natural con nuestros árboles urbanos. Sea en un patio de casa, sea en una banqueta, cuidemos nuestros árboles. Ellos son la delicada poesía que se niega a morir dentro de una ciudad retacada de tosco concreto.

 

…por cierto, feliz día del maestro a todos mis frondosos árboles que me arroparon debajo de su cariñosa sombra.

 

 

Escrito por Erick Aguilar

Aprendiz de ser humano, viajero en capacitación, bibliófilo consumado y sociólogo consumido

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