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Todos contra Greenpeace, esta es tu oportunidad de subirte al absurdo

La nota ayer leía: «109 nobeles acusan a Greenpeace de <crimen contra la humanidad> y entre dimes y diretes, al lector de titulares, se le queda la idea de que los más inteligentes, aquellos que ganaron el prestigiado Premio Nobel, han decidido salvar al mundo de la terrorífica organización Greenpeace para tener finalmente un mejor mundo, con menos hambre y con todo aquello que normalmente prometen los científicos, que comúnmente, no llega a suceder nunca. La nota (y carta acusatoria) hace pensar que los premios Nobel atacan a Greenpeace de bloquear el uso de transgénicos en la agricultura. En especial de la variedad Arroz dorado, un transgénico que supuestamente logra producir un precursor de la vitamina A, y obvio, el telón de fondo, los datos de 250 millones de niños que sufren carencia de la misma en el mundo. ¡Qué fácil es hacer argumentos de este estilo y da un poco de pena leer que son estas mismas personas las consideradas inteligentes en el mundo, cuando hacen argumentos así! Y hay que ir por partes para entender qué quieren estos 100 premios Nobel. En pocas palabras, en una carta a Greenpeace, a Naciones Unidades y a Gobiernos del mundo, se les dice que los transgénicos son completamente seguros, que salvará a los niños y que todo aquel que no lo apoye, está en contra de aliviar los problemas del mundo. Es como un Bush revisited: «si no estás conmigo, estás en contra de mí». 

Lo que es triste de esta carta es que es tan engañoza, tan mal intencionada y tan evidente de tan baja ética y comprensión del mundo que precisamente espero, le salga el tiro por la culata. Y no es por defensa a ultranza de Greenpeace sino porque en verdad es ofensivo leer documentos escritos de tan mala forma y con tan vagos argumentos. Pero aún es todo cuando uno sospecha qué es lo que está detrás de ella. Es entonces que se quita la idea de que el premio Nobel es meritorio para persona que contribuyen al mejor mundo y se convierte en un tema de mejor patente, más patentes y cómo venderle más cosas al mundo pobre. Quizá eso ya lo sabíamos cuando Obama ganó su premio Nobel de la Paz desde el año uno de su primer término, cuando todavía no había hecho nada de nada.

O tal vez, todo lo que muestra esta carta es lo que ya sabemos pero muchas veces no aceptamos: 1) que la inteligencia científica no es tan pura éticamente hablando, y 2) que un científico, por ser bueno en su área específica, no lo hace conocedor del contexto mundial. Explico: que haya hambre en el mundo, es verdad; que haya muchos problemas de muerte infantil por desnutrición, es verdad y es gravísimo. Que un producto, lo solucione todo, es tan ingenuo creerlo que hacer pensar en un interés malévolo por detrás. ¿Y qué es esto por detrás? La apertura de puertas a los transgénicos. Y aquí es donde los científicos por más inteligentes que sean con premios, sorpresivamente hayan firmado un documento donde no se haga explícito el problema de los transgénicos, no en salud personal sino en salud social y pública. ¿Y por qué? Porque los transgénicos tienen propiedad intelectual, son muy invasivos y puede una sola hectaréa de transgénicos, dejar sin trabajo a cientos de agricultores que decidan no usar transgénicos. Es tan voraz este tipo de semilla que a donde llegue, lo invade. En poco tiempo, la semilla transgénica de una hectárea de terreno pasará a otra y a otra y otra. Y no habría problema con ello si no hubiera un fuerte tema de patentes puesto que por aquella hectárea que invada la semilla transgénica, el agricultor tendrá que pagar derechos de propiedad a, ¿quién creen?, a Monsanto y pronto a Bayer, que está por comprarla, o a cualquier otra de estas empresas. Es decir, la carta asume que se quitará el hambre con un producto pero no habla de la pérdida de empleo de millones de agricultores en todo el mundo, y de la riqueza desigual que tendrán los dueños de las patentes.

Es muy sospechoso ver que en la lista de premios Nobel, la mayoría son químicos. Y esto le deja razones a cualquiera para sospechar qué peso tiene Bayer en toda esta carta. Tal vez es precisamente esta carta una forma de decirle a Monsanto, «Mira, esta es nuestra forma de marketing», o simplemente tienen a muchos de estos premios Nobel en nómina, o simplemente estos científicos tienen copropiedad de muchas patentes de los transgénicos. Todo esto no lo dice la carta: ¿cuántas patentes de transgénicos tienen estos Nobel, por ejemplo? Y más preocupante no solo es ver la lista de personas sino la lista de todos los que no están incluidos en la lista. ¿Por qué no firmaron otros como Mario Molina (también premio Nobel en Química) o Joseph Stiglitz (premio Nobel de Economía) o Paul Krugman (otro de Economía) o el mismo Yunus o Rigoberta Menchú (premios Nobel de la Paz)? ¿Por qué no están en esa lista? Uno de los detractores más grandes de los transgénicos es, ¿quién crees?, la Unión Europea. Y sí, ellos también son Premio Nobel. ¿Dónde está Médicos sin Fronteras en esta lista, también Premio Nobel? Es por ello que la lista es tan absurda y tan arbitraria. Tan engañosa y astutamente, a la mala, escrita. Tal vez todos los demás, los mencionados aquí, no quisieron firmar una carta tan absurda, o bien no les llegaron al precio, o simplemente, solo simplemente, esta carta es éticamente desagradable. Tal vez nadie más firmó porque todos los demás saben lo dañino que son los transgénicos. No creo que tarde la Carta a Greenpeace y al mundo de todos los Premios Nobel que están en contra de los Transgénicos. Esta carta será entonces mucho más relevante. ¡Gracias a Greenpeace por seguir su lucha! ¡Qué rápido hemos olvidado, o querido olvidar, la famosa Revolución Verde y los desastres que hizo!