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Desde el Circo, viajero

Al tiempo de caminar por la vida, me encontré sorprendido al ver tantos retenes y tantas vallas en el zócalo de la Ciudad de México. Con motivo de la actual crisis sanitaria y cómo forma de disminuir la afluencia en el primer cuadro de la ciudad, las autoridades han implementado medidas que apelan a cerrar y en el mejor caso controlar el paso de personas a dicho lugar. Pero hay un detalle más, el pasado fin de semana el llamado Frente Nacional Anti-Amlo (FRENAAA) inició un plantón que busca visibilizar su principal demanda: la renuncia del titular del ejecutivo federal a su puesto. Fue hasta hace unos días que los integrantes de dicha agrupación pudieron accesar a la plancha del zócalo –lugar en el que desde un principio pensaban llevar a cabo su plantón.

 

Aún recuerdo cuando el 30 de julio de 2006 el actual titular del ejecutivo, tras el triunfo del carnicero de Michoacán en las elecciones presidenciales decidió iniciar un plantón que abarcó del zócalo a Reforma. La noche del 30 de julio me encontraba conduciendo un automóvil en la esquina de Reforma y Bucareli y presencié de primera mano cómo la misma policía de la Ciudad de México desviaba los autos para que la gente del candidato derrotado pudiera instalar e incluso perforar el pavimento para apuntalar los tubos que sostendrían las lonas de la farsa, digo del plantón. Días después del inicio del campamento regresé a recorrerlo a pie de extremo a extremo. En lugares muy focalizados había gente en sillas de plástico blanco o plegables, en algunas otras se leían aparte de las consignas “Voto x Voto, Casillas x Casilla” “Fraude Electoral” cartulinas que ofrecían talleres de tejido, cursos de ajedrez, etc. pero gran parte del campamento eran únicamente grandes lonas que escondían la ausencia de quienes según estaban exigiendo con un plantón dar marcha al fraude electoral. A lo largo de los casi 2 meses que duró el plantón conocí personas que literal cobraban el clásico horas-marcha, es decir que recibían dinero por cumplir una jornada de horario fijo en alguno de los puntos de dicho plantón –que no se pierda esa bonita costumbre dirían algunos.

 

Con el recientemente iniciado campamento del FRENAAA –les urge un mejor nombre- y tras ver varias veces videos en donde las casas de campaña recién desempacadas están completamente vacías, no puede evitar recordar el plantón de 2006, la misma simulación, los mismos ánimos caldeados de ¿líderes? trasnochados, etc. La diferencia, estriba en que ahora el plantón no cuenta con el beneplácito ni con el apoyo de las autoridades. Esta vez no hubo policías que les ayudaran a instalarse, esta vez lo que hay son policías con equipo antimotines –recordemos que el cuerpo de granaderos ya desapareció- y un perímetro de no menos de 3 filas de vallas de metal que encapsula la fracción de la plaza del zócalo que ocupa el FRENAAA. Por más que quise caminar entre las casas de campaña no pude acercarme, con trabajos pude ingresar al primer cuadro tras haberlo intentado 3 veces previas en las calles de 20 de noviembre, 16 de septiembre y Madero; fue hasta la calle de 5 de mayo y gracias al descuido de un policía que pude colarme –literalmente- y ser testigo de lo que refiero en estas líneas.

 

En un ataque de nostalgia de la década de los 90 recuerdo que en mi clase de civismo de secundaria, la maestra Irma me envió al zócalo a entrevistar a los manifestantes que encontrara. Con la grabadora de mi madre entrevisté a tres manifestantes, sólo me acuerdo de una entrevista. Una señora vieja, muy delgada, con la piel morena quemada por el sol, chimuela y con la mirada cansada contestaba lacónicamente a mis preguntas:

-¿De dónde viene señora?

De Chiapas

– ¿Cómo llegó aquí?

Mi comadre me trajo

– ¿Por qué se está manifestando?

No sé

– ¿Cuándo se va?

No sé

¿Cuánto tiempo va a estar aquí?

Hasta que nos den la orden

No sé por qué pero tengo la sospecha de que ese diálogo es más frecuente que las contradicciones, mentiras y vergüenzas de los falsos profetas que dicen representar la voluntad popular. Como decía la Maldita “Gran circo es esta ciudad”.

 

Escrito por Erick Aguilar

Aprendiz de ser humano, viajero en capacitación, bibliófilo consumado y sociólogo consumido

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