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Desde la cruda realidad, viajero

Al tiempo de caminar por la vida, me encontré sorprendido con la salida del hospital de ese patán llamado Donald Trump. A menos de un mes de las próximas elecciones del vecino del norte la expectativa es creciente. Tras el traumático golpe a la democracia y a las instituciones estadounidenses de hace 4 años la cara visible del retroceso civilizatorio resultó contagiado por ese virus que menospreció e ignoró el tiempo suficiente para que hoy haya más de 210 mil muertos a causa del Covid-19 y 7.5 millones de casos en dicho país. En la era de la infodemia, de la posverdad o más localmente de “los otros datos” la licencia que se han tomado los políticos de negar la realidad poco a poco los ha llevado a ser víctimas de su propia imbecilidad.

 

Un Bolsonaro, un Boris Johnson, un Trump y los que aún faltan son ejemplos nítidos de cómo la realidad se impone y de cómo la suerte se acaba. En el caso de Trump, la antología de tropelías en que se resume su papel como presidente ha tenido su máximo escándalo en la reciente investigación sobre sus obligaciones fiscales. Su escándalo tributario se suma al Black lives matter, a la crisis de salud, a su inherente misoginia, a Stormy Daniels y a todo aquello que –espero- tenga fecha de término a partir del próximo 3 de noviembre.

 

La secrecía de lo acaecido en el hospital militar Walter Reed durante la estancia de Trump se rompe con versiones que remiten a la condición de riesgo del mandatario derivado de su edad -74 años- y de su sobrepeso. La caricatura de super-hombre que Trump buscó implantar en el imaginario norteamericano desde su tiempo en el reality show The Apprentice ha quedado en el olvido y poco a poco se hace evidente aún para el más lerdo y obstinado fanático la clase de patán que tiene como presidente.

 

Derivado de las grandes y tristes coincidencias que nuestro ejecutivo federal tiene con Trump hay muchas lecciones que podría aprender, hay muchos errores que se podría ahorrar. El tiempo nos mostrará a la realidad estallando con vehemencia en la cara de los necios ocurrentesque llegaron al poder democráticamente.

 

Escrito por Erick Aguilar

Aprendiz de ser humano, viajero en capacitación, bibliófilo consumado y sociólogo consumido

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