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Desde las Cabañuelas, viajero

Al tiempo de caminar por la vida, me encontré con diversos inicios de año. En una especie de cabañuelas con las que intento prever lo que el año traerá hago un ejercicio de observación y pongo atención a las personas que me rodean y a sus inicios de año. Por una parte me encontré a quienes el nuevo año les trajo luto a la puerta de su casa en una especie de metáfora cruel del ciclo fin-principio. También hubo quien estreno el año con mal de amores, mal que como solidario amigo intentamos hacer más llevadero con una noche de mezcales y Tequileño al son de los Hombres G, Bunbury, Calamaro y El último Ska. Cabe hacer la (in)necesaria aclaración que desde hace años los muertos de mi felicidad –Silvio dixit- dejaron de pensarme, mucho menos escribirme y sin embargo no pude dejar pasar la ocasión de brindar solidariamente a su salud y felicidad.

 

Por otra parte hubo quienes iniciaron el año sellando su amor frente a Dios, en una apresurada pero no por eso menos bella boda. El mejor regalo que les pude hacer a aquellos que aún creen en el amor hasta que la muerte los separe salió de una cajita de recuerdos –el único legado físico que conservo de mis abuelos. Dicha cajita guardaba las arras de mis abuelos y así como su historia de amor fue y es la mejor que conozco espero que la historia que apenas nace sea digna de contarse dentro de medio siglo. En otro tenor, también están aquellos afectos entrañables que este año terminan su postgrado y a quienes desde este momento le digo: ¡En hora buena colegas!

 

Y bueno, tras el breve recuento, en lo que a mí se refiere aún me disputo con ser prófugo de la ReNaTa* y con reunirme –o intentarlo- con mis mentores para charlar sobre lo humano y lo divino. ¿Qué mejor oráculo que aquellos que me superan en experiencia y sapiencia?

 

Al final, las cabañuelas me representan un bonito pretexto para poner atención a los detalles de los días y no olvidar vivir el momento pese a todo lo que se amontona en mi mente y corazón.

 

*Reserva Nacional de Talentos

 

Escrito por Erick Aguilar

Aprendiz de ser humano, viajero en capacitación, bibliófilo consumado y sociólogo consumido

erago26@yahoo.com.mx