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Esta es la historia de cómo los viejos se cargan a los jóvenes…

Se dice comúnmente que la edad te da experiencia con la cual, seguramente, podrás tomar mejores decisiones. Conforme pasan los años, uno pensaría, lo que uno ve, lo que uno escucha y lo que uno lee hacen que la mente de una persona sea más compleja o por lo menos con más aprendizaje recorrido. Y esa es la idea que viene de las comunidades en donde los ancianos eran los más respetados por sus consejos, o bien, desde un ejemplo familiar, en la que los abuelos «know better» o en forma más latina, conocer más porque «más sabe el diablo por viejo que por diablo». Sin embargo, la pregunta entonces aquí es si en el mundo en el que vivimos, esta confianza hacia las generaciones más viejas, es todavía válida.

Por supuesto que hay casos en que es indudable lo valioso de experiencia de los adultos mayores. Pero ¿cómo responderle a un joven inglés que por culpa de los viejos de su país (y muchos jóvenes) ha perdido el derecho de vivir en 27 países, trabajar en ellos y mil ventajas más, previo a Brexit? ¿Cómo explicarle que son las generaciones mayores las que decidieron cerrarse en un mundo antiguo por temor irracional y miedos absurdos, o mejor dicho, por una intolerancia absurda y un racismo implícito? No hay forma más clara de hablar con ese joven que decirle una triste verdad, similar a la que vivimos en México con los gobiernos establecidos: la democracia es muchas veces injusta con las buenas causas. O en otras palabras: la mayoría no siempre sabe lo que es mejor.

La idea central es que es precisamente todo esto un buen ejemplo, así como lo vivido en España ayer, en donde es notorio que la experiencia de los viejos no es compatible en muchos casos con el nuevo mundo. ¿Por qué? Porque creo que el mundo cambia tan rápidamente que hacen que la experiencia de los viejos ahora se convierta en no más que un anhelo del pasado, un recuerdo engañoso y una nostalgia sinsentido. Que las generaciones grandes corten el camino a millones de jóvenes en Inglaterra es tan triste que es injustificable. Que las mismas generaciones sigan votando por partidos políticos de poca personalidad y ética endeble como el PP en España, es imperdonable. Por todo ello, quien marque el camino, tal vez en estas fechas, debería ser la generación que lo va a vivir, y no la que cree saber cómo vivirla según sus intolerantes visiones, percepciones racistas y inamovibles razones. Diría que siento mucha pena por Gran Bretaña y por España con sus gobiernos pero siempre recuerdo en dónde vivo y cómo está mi país, y se me quita.