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Desde Pahuatlán y San Pablito, viajero

Al tiempo de caminar por la vida, me encontré recordando la tierra de las pahuas, una especie de fruto muy parecido al aguacate. En la zona noroeste del estado de Puebla, casi en la frontera con Hidalgo se encuentra el municipio de Pahuatlán. Con sus calles vericuetas y clima frio Pahuatlán es un pueblito pequeño. Los domingos, hay un tianguis que se instala en la plaza central. Hace algunos años un presidente municipal quiso cambiar la locación del tianguis; mala idea le cerraron el edificio de la presidencia por unos meses. A un costado de la plaza central hay una placa que conmemora al héroe local: un militar de tiempos de la Revolución Mexicana apellidado Lechuga que después se convirtió en el cacique local. Sirva mencionar que hasta hace dos administraciones un miembro de la familia Lechuga siempre ocupaba un cargo importante en el H. Ayuntamiento.

 

Pahuatlán tiene cerca a San Pablito, una pequeña localidad mixteca que contrasta con la idiosincrasia nahua de Pahuatlán. San Pablito es una especie de urbanización a la Escher, la calle principal que atraviesa el poblado es todo menos recta, los camiones repartidores de refrescos y cervezas apenas pueden pasar y las casas tienen construidos segundos pisos que rebasan su límite de propiedad y roban espacio público. Las calles usualmente están sucias, destinadas a reproducir la fama regional que tienen los san pableños de desgarbados y algo fodongos.

 

En los caminos que llevan al centro de San Pablito se pueden ver casas-talleres que exhiben sus obras en papel amate. Las obras o están sobre la calle o recargadas en sus bardas. Si uno se detiene a observarlas nota ciertos diseños comunes, son los que están de moda. Pocos artesanos se atreven a crear diseños propios quizá porque sabe que eventualmente serán copiados por sus vecinos, quizá por falta de creatividad, no lo sé. Basta con detenerse a observar las obras para que los amables artesanos extiendan la invitación a conocer el taller donde laboran. El tamaño de los talleres es variable, se observan los cazos donde hierven la corteza del árbol Jonote, los secadores de la pulpa, las mesas donde pintan y graban el papel amate, sus instrumentos, su arte.

 

El problema del amate es que a gran escala su preparación implica contaminar agua amén de sobreexplotar los árboles de Jonote. El cercano río San Marcos empieza a tener problemas de toxicidad debido a que ahí llegan los residuos líquidos –y químicos- que los artesanos tiran irresponsablemente en aras de tener una producción más rápida y mayor de papel amate. Hay artesanos que han buscado asesoría de universidades con el fin de hacer más sustentable su producción y mínimamente contaminante, por fortuna han obtenido respuesta y hoy varios artesanos usan cascaras de piña en vez de químicos para producir el papel amate. Por otra parte están aquellos artesanos que se resisten a cambiar y siguen con prácticas contaminantes.

 

Finalmente, San Pablito y su vecino Pahuatlán forman un corredor donde el arte, la naturaleza, el folklor y el cuidado del medio ambiente se dan cita para todo aquel que tenga la paciencia de apreciarlo. Todo se aprecia mejor en un domingo de tianguis.

 

Escrito por Erick Aguilar

Aprendiz de ser humano, viajero en capacitación, bibliófilo consumado y sociólogo consumido

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