A Pedro le dijeron que para ser presidente, necesitaba formar parte de un partido político. A Pablo le dijeron que la política no nace de los movimientos sociales sino desde las instituciones. A Justin le dijeron que no hay gobernantes jóvenes. A Marichuy le dijeron que todo cambio de un país debe provenir del centro financiero y no desde una comunidad lejana. A muchos les han dicho que la visión que tuvieron para cambiar un país debía seguir un sendero ya caminado y conocido.

¿Qué es lo que hace diferente a todas estas personas? ¿Qué es aquello que diferencia al soñador, al innovador, del resto de mundo? Quizá los tres elementos más importantes que marcan a cada una de estas personas es que creen en la vinculación y en la integración con los nuevos ciudadanos. Sin embargo, en todos los casos anteriores, no han realizado solamente la idea tradicional de vinculaciones individuales sino que han logrado compartir sus sueños con millones de personas que creen que es posible cambiar el mundo usando la nuevas reglas y comprendiendo qué es lo que quiere el nuevo ciudadano. Estas personas han podido llegar a millones de nuevos ciudadanos uniéndolos en un objetivo único, romper el estatus quo. Todo lo han logrado al escuchar a la población en vez de escucharse a sí mismos.

Y es que los nuevos ciudadanos del mundo son de una fibra diferente. La innovación siempre ha existido en los líderes sociales pero por mucho tiempo, su atracción dependía de su carisma particular, de un caudillismo o simplemente porque representaban una alternativa a la realidad social. La diferencia con los nuevos ciudadanos del siglo XXI es que finalmente vivimos en un mundo en donde el carisma no basta sino que ahora es necesario un verdadero cambio de fondo gracias a la accesibilidad de información y conocimiento en que vivimos. Los nuevos ciudadanos no comparan sus realidades con sus vecinos sino lo hacen con personas a miles de kilómetros de distancia. La localidad en donde vive el nuevo ciudadano es el globo completo.

En un mundo donde el líder social de viejos tiempos convierte a sus seguidores en meetings, charlas y conferencias, los nuevos gobernantes han logrado inspirar a seguidores con datos, con apertura y dirigiéndose a las problemáticas reales. Los nuevos gobernantes logran vincularse con los nuevos ciudadanos sin mentiras o promesas pertenecientes de una política pasada. En el nuevo mundo, el nuevo gobernante debe aceptar que está en un constante escrutinio por parte de millones de personas ya que el nuevo ciudadano debe ser crítico, informado y sobre todo estará en constante vigilancia.

Es nuestra responsabilidad que la educación del mundo genere nuevos ciudadanos difíciles de engañar pero sobre todo que sean empáticos con sus co-ciudadanos, que entiendan que viven en una comunidad global y por lo tanto, que toda solución requiera un cambio sistémico. Ashoka impulsa estos cambios fomentando ciudadanos comprometidos con su entorno y capaces de encontrar oportunidades en donde otros ven sólo problemas, impulsando una visión de líderes agentes de cambio.

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