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Desde  Xochicalco, viajero

Al tiempo de caminar por la vida, me encontré una vez más recorriendo la calurosa plaza central al igual que las altas terrazas e impresionantes ruinas de Xochicalco. En el municipio de Miacatlán, Morelos se encuentra la zona arqueológica que en 1999 fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Las leyendas urbanas dicen que en su momento Xochicalco fue incluso más importante que Teotihuacán, quizás. Lo que sí es un hecho es que entre el 650 y el 900 la civilización que ahí habitó tuvo avances tan importantes como idear un sistema hidráulico para asegurar el agua en zonas elevadas –no había bombas eléctricas para subirla, todo era por gravedad-, también construyeron un observatorio que con los principios de la cámara de observación y observación indirecta medía el paso del tiempo con todo lo que eso conlleva, y el avance que para mí es más impactante: la comunicación y acuerdo para temas de homogenización calendárica con otras culturas tan lejanas como la maya.

 

Ya he mencionado que mi estela de piedra favorita –de todas las que conozco- es aquella que representa el encuentro de varios astrónomos prehispánicos –provenientes de lugares muy apartados entre sí- para realizar un ajuste calendárico. También he mencionado que jocosamente pienso en ella como la primera foto conmemorativa de un congreso académico en este lado del atlántico. Hoy reitero que el lugar es impresionante por todo lo que ahí sucedió y por todo lo que nos puede brindar si tan sólo nos permitimos observarlo con atención y valorarlo. Tengo la fortuna de caminar una vez más por Xochicalco en compañía de mi familia y de nuevos amigos proveniente de otras latitudes. Qué mejor forma de disfrutar “la primer foto de un congreso” que mostrándola a quienes vienen de otras latitudes, de otras fronteras, de otras historias.

 

La tarde empieza a morir, el calor me deja deshidratado y me entristece no haber podido entrar al observatorio –sigue cerrado desde el pasado sismo del 2017- pero me voy inmensamente feliz por haber podido recorrer ese lugar que en su momento fue el centro socio-político de la región al grado de ser comparado con Teotihuacán y que hoy es un entrañable sitio al que regreso siempre con cariño…me encanta subir por la rampa de los animales y hacer la obligada broma a quien conmigo camina “Tú subes por ahí”.

 

Escrito por Erick Aguilar

Aprendiz de ser humano, viajero en capacitación, bibliófilo consumado y sociólogo consumido

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