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Ecosistemas costeros de Yucatán: entre manglares, tortugas y flamencos (1ª parte)

Yucatán es un estado que presenta un abanico de ecosistemas y paisajes enorme, los cuales no pueden faltar en la lista de los viajeros que llegan a este enigmático territorio. La lista de maravillas naturales que permea a la entidad es muy larga, por lo que se describirá en dos partes: la primera de ellas (en el presente artículo) abordará sus ecosistemas costeros y en la segunda (en mi siguiente publicación) se mencionarán los ecosistemas terrestres. Sin más que agregar y aprovechando la temporada vacacional empecemos con el lugar predilecto de muchos turistas: la playa.

 

Las playas de Yucatán son de arena fina, de color beige o café claro. En algunas porciones de la entidad se forman dunas: montículos de este sedimento donde se desarrollan especies de plantas pioneras las cuales, con muy pocos nutrientes disponibles, logran desarrollarse. Adicionalmente, las costas yucatecas son escenario de uno de los espectáculos más bellos de la naturaleza: el desove de tortugas marinas y el posterior nacimiento de las crías, las cuales emergen de su cascarón y emprenden un camino obstinado hacia su destino final: el océano. De las siete especies de tortuga marina que existen en el mundo, seis de ellas anidan en playas mexicanas y tres en territorio yucateco: las tortugas Carey, Caguama y Blanca.

 

El mar, por su parte, adquiere una hermosa tonalidad verde esmeralda a azul que predomina la gran mayoría del año. Las aguas son muy tranquilas, ideales para echarse un baño en la mañana o por la tarde. Pelícanos, gaviotas y otras aves merodean los principales puertos del estado. El principal de ellos es Progreso, a poco más de media hora de Mérida, la capital del estado. Sin embargo, la llamada Ruta Esmeralda recorre 98 kilómetros de costa por carretera, desde el poblado de Chuburná hasta Dzilam de Bravo. Por si esta longitud no fuera suficiente, en este recorrido falta Sisal, pequeña comunidad de pescadores que recientemente recibió la designación de Pueblo Mágico, al que no se puede acceder por la carretera costera, por lo que se encuentra un poco escondido y resulta perfecto para los aventureros más intrépidos.

 

A lo largo de toda la costa yucateca, a unos cuantos metros del mar se presentan los humedales, ecosistemas inundables donde el agua juega un papel primordial. Son una frontera natural entre el océano y el continente, donde comúnmente se mezclan el agua dulce con la salada. Estas condiciones son perfectas para el desarrollo del mangle: un árbol de raíces largas que resiste muy bien la alta salinidad del agua. Cuando muchos de estos árboles se agrupan y dominan el paisaje, se forman los manglares. En ocasiones estas comunidades vegetales forman islas llamadas petenes. Estos ecosistemas son hábitat del cocodrilo de pantano, sitio de anidación de aves como la fragata y la gallareta, refugio de peces, barrera contra huracanes y un filtro natural del agua, entre otros beneficios.

 

Por último, pero no menos importante: otro fenómeno presente en Yucatán es la formación de rías. Se trata de extensiones del mar que ingresaron al interior del continente. En el estado hay dos bien conocidas: Ría Lagartos y Ría Celestún. Ambas son áreas naturales protegidas designadas bajo la categoría de Reservas de la Biósfera. Estos tesoros naturales son el principal hábitat del flamenco rosado, elegante ave de cuello largo que se alimenta y se reproduce en la zona. El avistamiento de esta peculiar especie se ha vuelto toda una atracción turística, la cual ha promovido la conservación no sólo del flamenco, sino de todas las especies que conviven en estos refugios naturales. Lo maravilloso de ambas reservas es que en ellas conviven dunas, manglares y la ría, además de que se forman ojos de agua y otros cuerpos de agua dulce que permiten el desarrollo de la vida en un lugar que parece sacado de un sueño: Yucatán.

 

Un dato curioso antes de finalizar:

 

  • En la población de Las Coloradas, inmersa en la Reserva de la Biósfera de Ría Lagartos, se encuentra la única laguna rosa en México. La peculiar tonalidad del agua se debe a la elevada concentración de sales en el agua, derivada de la industria salinera de la región. Esto se explica gracias a la presencia de bacterias halófilas, microorganismos que sólo viven en ambientes con exceso de sales y que producen una alta cantidad de pigmentos rojizos.

 

Túnel de manglares en la costa de Yucatán

 

Escrito por Fernando Sauri,

Ingeniero ambiental en proceso de formación y apasionado por la naturaleza.

Correo: fjsauri@outlook.com